sábado, 30 de junio de 2007

El Cantante

No pocas veces podemos ver a ciertas celebridades denunciar el rol que les toca desempenar en público. Suelen acusar al personaje que encarnan por ejecutar roles que no reconocen como propios.
En Borges y yo, el gran escritor de Buenos Aires afirma que "al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas". Nuestra más famosa gloria literaria, luego de señalar al renombrado académico y escritor que es ese otro yo, confiesa que "me reconozco menos en sus libros que en muchos otros".
En su canción homónima, Andrés Calamaro también se esmera por desmitificarse a sí mismo. Asegura que "cuando el show se acaba, soy otro humano cualquiera (...) con momentos malos y con cosas buenas". Pero que se siente obligado a forzar un papel porque "vinieron a divertirse y pagaron en la puerta; no hay tiempo para tristezas, vamos cantante comienza".
El artista demodé que ameniza bailes protagonizado por Gerard Depardieu en la película del mismo nombre, que dirige Xavier Giannoli, es otra cosa. Tampoco es el rancio gringo ochentoso de Hugh Grandt en Letra y Música. Alain Moreau, el fatídico cantante francés en bajada, no niega el personaje que es. Al contrario.
Esta película es un himno a la vida de un artista que, más allá del éxito o fracaso de mercado, quiere hacer amar. Quiere agradar. El Cantante es una oda al deleite de los apareos de solos y solas, que pueden observarse desde un escenario; un poema a la alegría de vivir.
Moreau es un hombre que vive y ama intensamente, y que no se entrega al canto de las sirenas.+

domingo, 10 de junio de 2007

Teología rockera

Las letras del rock nacional tienen muchas veces algún contenido religioso.
Es notable observar cómo ha variado su concepto a lo largo de los años. Pareciera ser que, en su primera etapa, promediando los años setenta, había un concepto muy cristiano; en los ochenta derivó en una deificación de la naturaleza, muy new age, y en los noventa, en algo muy relativista y hasta panteísta.
Veamos algunos ejemplos. De la primera etapa: Vox Dei, con La Biblia; Porchetto, con su ópera Cristo Rock, principalmente.
Las excepciones: Charly García, que critica muy duramente a Dios. Dice de él que “es empleado en un mostrador: da para recibir” y, en otro momento, hace un recorrido etáreo hasta que llega un momento en que se pregunta “quién me lo robó”. Luis Alberto Spinetta, que hace que el Capitán Beto se pregunte "dónde está ese lugar al que todos llaman cielo".
Por su parte, Miguel Cantilo tiene muchas referencias a lo espiritual, con menciones explícitas a Dios y referencias terminológicas y conceptuales de carácter religioso, como el peregrinar.
En un segundo momento, hay un viraje hacia una idea inmanentista de que Dios está en la naturaleza, y aparecen los ángeles; las letras mencionan poéticamente a Dios, como si se tratara de algo mágico, y no de una persona viva y presente en nuestras vidas como sí lo hacían en los 70. Las referencias religiosas fueron más poéticas. Siempre hay excepciones: Alejandro De Michelle, con Pastoral, continuó en un rumbo signado por la Buena Nueva.
En la actualidad, el ejemplo más destacado de panteísmo es la canción “Master of the Universe”, de Los Tipitos. Allí Sergio Makaroff, su compositor, dice que Dios es todo y es la nada, que es “el más piadoso y el más perverso/ porque soy El Amo Del Universo/ puedo hacer el bien y hacer el mal/ puedo convertirte en estatua de sal/ soy moro, cristiano, judío converso/ ateo, budista, El Rey Del Universo”.

León Gieco
Veamos, artista por artista, si esto que decíamos antes se plasma en la realidad.
Si uno transita por la discografía de Gieco, descubre que nunca tuvo un riguroso concepto religioso en sus canciones, por más que abunde en términos ligados a la vida religiosa. Parece sumido en un pensamiento cultural, sobre el que no hace una reflexión crítica fuera de algunas ironías.
Este artista empieza con muchas referencias a la naturaleza, al punto de situar al Paraíso en “El País de la Libertad”, allí “donde se detiene el viento/ donde haya paz o no exista el tiempo/ donde el sol seca las lágrimas / de las nubes en las mañanas”.
En otra canción agrega: “cuando me muera quiero/ alguna amplia sonrisa/ y un esparcir sutil de mis cenizas/ libres por fin al viento”. Tiene ideas de reencarnación: “cuando me muera quiero/ poder nacer en alguien/ en un pastizal o bajo algún cerezo/ decídase el eterno caminante”.
Luego, se da en él un fuerte tinte social y de lucha entre clases. Es muy claro en “La Navidad de Luis”. Tiene el tono de protesta del folklore que le fue contemporáneo.
Su más renombrado tema, “Sólo le pido a Dios”, está lejísimos de ser el Sermón de la Montaña.
En los últimos años, sus letras se poblaron de desafíos a la institución eclesiástica, muy presentes en “Santa Tejerina” y en “Cinco Siglos Igual”.

Charly García
Este burgués de clase media empieza reconociendo su educación católica y su posterior rebeldía. Esto es patente en las letras de Sui Generis.
Charly tiene una intensa búsqueda espiritual a lo largo de toda su discografía, con claras expresiones al respecto. Tal vez la más explícita es “Buscando un símbolo de paz”.
En El fantasma de Canterville todavía tiene un concepto de eternidad, porque si no para qué diría que “en mi tumba tengo discos/ y cosas que no me hacen mal/ después de muerto nena/ tu me vendrás a visitar”.
Pero suele banalizar lo sagrado y ridiculizarlo, como en “Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)”, en “Pubis Angelical” o en la reivindicación de Judas que hace en “30 Denarios”, muy a tono con Jesucristo Superstar.
En Charly hay referencias al new age, pero menos que en otros autores. De la misma forma, hay menos términos inocentes. Sus letras, por más que sean sacrílegas, parecen meditadas y medidas.+

sábado, 9 de junio de 2007

El objetivo papal de la visita al Brasil

El Santo Padre apuntó a Brasil de cara al Celam. A Benedicto XVI no hay más que seguirlo y leerlo, como sugirió el padre Guillermo Marco hace unos pocos días en La Nación, para darse cuenta lo que pretende.

En su visita, el Sumo Pontífice nombró a la patrona de América, Nuestra Señora de Guadalupe, una sola vez mientras que son numerosas las veces que recordó a la patrona del Brasil, Nuestra Señora de la Concepción Aparecida. Gran parte de sus alocuciones se realizaron en portugués. Concretamente, nunca nombró a otro episcopado en particular que no sea el lusitano, excepto las dos veces en las que se refirió al "latinoamericano y del Caribe" y, concretamente, se dirigió a los obispos brasileros, antes de hacerlo con el resto de los participantes del Celam; y se los hizo saber.

Las amables referencias a sus colegas brasileros no hicieron otra cosa que endulzar tajantes definiciones en materia de pueblos originarios, ideologías y políticas materialistas y contrarias al matrimonio, la familia y la vida. Atacó a los narcotraficantes y bregó para que los jóvenes defiendan el medio ambiente, con expresa mención al Amazonas, y criticó a los gobiernos autoritarios.

Obviamente, no pudo menos que ratificar la opción preferencial por los pobres como mandato pastoral de la Iglesia en este continente. Pero limitó la acción de los obispos a la búsqueda de soluciones nuevas y llenas del espíritu cristiano, que tengan como centro a la dignidad humana, y los llamó a formar a los laicos para que se ocupen de la política. Pidió que los laicos estén presentes en la formación de consensos y en la oposición a la injusticia. Recomendó la lectura de los compendios del Catecismo y de la Doctrina Social de la Iglesia, recientemente editados.

Durante la conferencia de prensa concedida en el vuelo transocéanico de ida, la TV brasilera lo consultó acerca de las prioridades internacionales, a lo que el Papa respondió con una distinción entre aquellos problemas que son dominantes -Oriente Medio, Tierra Santa e Irak, y los sufrimientos de Africa- de los de Latinoamérica: "No es que me preocupen menos los problemas de América latina", asegura; "es el más grande continente católico y por lo tanto también la más grande responsabilidad para un Papa". Aseguró que desea que sea "un continente de vida y realmente de esperanza". Es bueno detenerse en aquello de "realmente".

En este contexto es bueno recordar que unas semanas antes de viajar a San Pablo, el Vaticano amonestó al teólogo jesuita Jon Sobrino, que practica la docencia en Centroamérica.

Con estos antecedentes, uno podría asegurar que la visita papal tuvo como única finalidad la demarcación del terreno de la discusión teológica en la región.-