"Y todo lo que pidas en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo". Jn 14, 13
domingo, 30 de junio de 2013
Un Croata Luminoso
La escritora Carmen Verlichak reseña la vida y obra del beato cardenal Aloísio Stepinac, arzobispo de Zagreb entre 1937 y 1960 y presidente de la Conferencia Episcopal de Croacia, quien fue catalogado por Juan Pablo II como “la personalidad más luminosa entre los croatas”.
En el libro El cardenal Stepinac, el coraje de la fidelidad, Verlichak detalla las denuncias de los crímenes cometidos durante quince años por el régimen del mariscal Tito, y los padecimiento que debió afrontar al ser enjuiciado y condenado.
“El cardenal vivió las tormentas que asolaron a Europa, la primera guerra mundial, las dictaduras, el nazismo durante la segunda guerra y finalmente el comunismo –dice la autora-. Toda su vida, desde el nacimiento hasta la muerte fue de excepción. Lo fue también su madre, que ayunó durante 50 años para que Stepinac cumpliera la voluntad de Dios con toda dignidad; fueron excepcionales sus virtudes: el coraje y la fidelidad que destaca el título de este libro son solamente algunas de ellas”.
La obra de Verlichak es el primer libro en español sobre el que fuera en su momento el obispo más joven del mundo y recoge testimonios de familiares y personas que lo han conocido. La obra, editada por Krivodol Press, puede ubicarse escribiendo a krivodolpress@gmail.com.+
viernes, 28 de junio de 2013
¿Causa o Profecía?
-
- AUTOR DE LA NOVELA JUAN XXIII (XXIV)
- ¿Profetizó Castellani a Francisco?
- CARMELO LÓPEZ-ARIAS
- Un Papa argentino y jesuita que va en metro exalta a los pobres, censura el fariseísmo, reforma la Curia, crea un selecto grupo de cardenales… ¿y no es Bergoglio?
- su novela Juan XXIII (XXIV), publicada en 1964. Las semejanzas entre el protagonista, Ducadelia, y el Papa Jorge Mario Bergoglio resultan desconcertantes.¿Supieron uno del otro? Bergoglio ya era jesuita cuando en 1966 a Castellani se le restituyó el ejercicio del sacerdocio, una noticia que no pasó desapercibida para nadie en la Iglesia argentina, y menos aún en la Compañía de Jesús, de la que había sido expulsado en 1949. En 1971 le ofrecieron el reingreso en la orden, que rechazó por razones de salud, y en 1973 el padre Bergoglio, quien había sido ordenado en 1969, se convierte en el provincial de los jesuitas en Argentina, cargo que desempeñará hasta 1979.Luego, sí: supieron el uno del otro. Es más: Castellani no fue en sentido estricto peronista, pero sí uno de los autores de referencia del nacionalismo católico argentino… y Bergoglio se formó y colaboró, en su juventud y como sacerdote, con la derecha peronista, que bebe de la tradición intelectual del nacionalismo católico argentino aunque incorpore elementos ajenos a ella.
“Me consta que leyó algunas de sus obras, como Su Majestad Dulcinea y San Agustín y nosotros”, nos explica Carlos Biestro, sacerdote que desde hace años coordina la edición de la obra castellaniana.Y si bien Bergoglio no promovió la edición de sus libros, el padre Biestro apunta un dato: “Sé que el actual Papa quiso que Castellani volviera a la Compañía. Sabía que era un gran escritor, y que antes o después fracasaría la conspiración del silencio de la que la Iglesia argentina le había hecho objeto, y convendría mostrar a un Castellani reconciliado con la orden ignaciana”.
Es difícil saber si esa admiración se tradujo en simpatía por sus ideas. Pero hay elementos de su pensamiento que saben a Castellani. El padre Biestro nos recuerda, por ejemplo, dos ideas muy de Francisco: el olor a oveja y las periferias.En la misa crismal, el Papa pidió a los sacerdotes: "Sed pastores con olor a oveja". Y en El Evangelio de Jesucristo, Castellani explica que Cristo dijo que los malos pastores “son como lobos disfrazados de ovejas; aludiendo a la costumbre de los pastores palestinos de ponerse una chaqueta de piel de oveja para hacerse seguir por el olor. Él se puso la zamarra de nuestra carne para que lo siguiéramos; pero en Él no era disfraz, era realidad”.En la misa de Pentecostés, Francisco alertó del peligro de una "Iglesia autorreferencial" e insistió en que hay que ir "a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo". El padre Biestro se pregunta si no hay ahí “un eco” de este pasaje de Castellani por Castellani: “El creer que el claustro, la clase o el clan a que pertenezco es un mundo completo, agota la creación y en él se halla todo cuanto un hombre puede necesitar es una de las vanidades más ridículas y siniestras. Según la palabra de Cristo, la misma Iglesia Católica es una cosa abierta y fuera de sus recintos se encuentran almas que le pertenecen sin saberlo”.Donde las semejanzas rozan lo profético es en Juan XXIII (XXIV), que Juan Manuel de Prada, introductor en España de la obra de Castellani, considera “una de las obras más peregrinas de Castellani y una de las más características de su personalísima concepción de la literatura, del mundo y de la Iglesia”.¿Cuál es el argumento? Ducadelia, que así se llama el protagonista (trasunto del propio Castellani), es llevado como perito al Concilio Vaticano II por el arzobispo de Buenos Aires. Sus intervenciones en el aula conciliar, unidas a la trama de convulsión mundial que se pone en marcha tras el triunfo del comunismo en diversas áreas del planeta y al fallecimiento de Juan XXIII, le convierten inesperadamente en Papa."Juan XXIII (XXIV), como toda la obra de Castellani, debe ser interpretada en clave escatológica”, concluye Prada: “La Iglesia que aquí comparece es una Iglesia que se aproxima a los últimos tiempos: las guerras y rumores de guerra son su trasfondo constante; el Papa ha sido desalojado del Vaticano y se ha refugiado en San Juan de Letrán, el asedio masónico a la Iglesia (y hasta su infiltración en la propia Iglesia) es constante”.Ducadelia se convierte en un audaz Papa reformista. Viaja en metro, como hacía Bergoglio, para no perder el contacto con la gente (razón por la cual Francisco vive en la Casa Santa Marta). Quiere desburocratizar la Iglesia, como sugirió el cardenal Bergoglio en los consistorios previos al cónclave. Y para reducir la Curia se apoya exclusivamente en doce cardenales: ocho ha nombrado Francisco para dirigir la reforma.También choca que el fariseísmo y la hipocresía, temas poco habituales en el magisterio pontificio, sean constantes en el de Francisco, que los definió el 4 de junio como "el lenguaje de la corrupción". Pues bien, ése es uno de los asuntos centrales de toda la obra de Castellani, quien creyó ser víctima del fariseísmo en su largo calvario de sanción canónica. Sus mejores ensayos y cartas sobre el tema se publicaron bajo el título Cristo y los fariseos. Y en Juan XXIII (XXIV) no faltan las alusiones. "¡Perezco víctima del fariseísmo en la Iglesia!", protesta en el lecho de muerte el arzobispo de Buenos Aires. "El fariseísmo es la enfermedad específica de la religión verdadera", proclama otro personaje.
Prada interpreta así estos vientos reformistas: “El carácter del personaje protagonista de Castellani y el de Francisco tienen algunos rasgos comunes muy llamativos (más áspero y atrabiliario el personaje de Castellani, desde luego, pero poco amigos de remilgos y poco respetuosos de los respetos humanos ambos). Y Juan XXIII (XXIV) propone, desde la ortodoxia más absoluta, un plan de gobierno de la Iglesia radicalmente subyugador, algunos de cuyos aspectos me atrevería a afirmar que podría suscribir Francisco”.Ducadelia quiere una "Iglesia de los pobres". Les reparte doce millones al ser elegido y afirma que “el tesoro de la Iglesia son los pobres”. Tampoco vive en los apartamentos vaticanos, sino que manda construir un edificio en el Laterano y lo habita: un lugar colectivo, como Santa Marta.
Más curiosidades: aunque Castellani no simpatizaba con el mundo judío, el Papa que finge ser en esta novela, sí. Como Francisco (cuyas excelentes relaciones con la comunidad judía argentina son conocidas), Ducadelia es un amigo de Israel, recibe donaciones de rabinos y es recibido por masas enfervorizadas durante su visita a Jerusalén.¿Recordamos la primera homilía de Francisco? "Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor, somos mundanos". Cotejemos ahora con Ducadelia: "Hoy día no hay que volver a la religión fácil, no hay que mezclar leche y miel al vinagre de la Pasión, eso apesta".Más. Francisco quiere reformar una “Curia burocratizada” y ha creado una comisión de ocho cardenales para ello. Ducadelia nombra una de doce como su Consejo personal.
Los principios de reforma planteados en Juan XXIII (XXIV) parten de la "descentralización del gobierno eclesiástico delegando gran parte de su potestad suprema" en 52 Patriarcas designados por el Papa. ¿Tiene esto algo que ver con la insistencia de Francisco en autodenominarse "obispo de Roma"?Ahora bien, ¿es lo mismo reducir la burocracia o delegar la autoridad, que no ejercerla? El vaticanista Sandro Magister ha señalado que Francisco no pretende democratizar la Iglesia: "Ha querido ser él mismo quien eligiera a sus ocho consejeros, llamados a responder sólo ante él”. Y apuntaba la similitud entre la forma de gobernar del Francisco Papa y la del Bergoglio jesuita: "Ha sido superior provincial y ha asimilado el estilo. En el vértice de la Compañía los asistentes que rodean al general, y que son nombrados por éste, representan a las respectivas zonas geográficas. Las decisiones no se toman colegiadamente; decide sólo el general, con poderes directos e inmediatos. Los asistentes no deben ponerse de acuerdo entre ellos y con el general, sino que le aconsejan uno por uno, con la máxima libertad".Simili modo, aunque Ducadelia presume de delegar (“cuanto menos me meta yo en la marcha de la Iglesia, ¿no es mejor?”), en realidad “se metía mucho más efectivamente que los Papas anteriores; las últimas determinaciones eran suyas, y a veces venían como un rayo. El Papa recorría con frecuencia los diversos burós sin inmiscuirse mucho en las decisiones; le gustaba más corregir y formar a sus colaboradores, y después darles responsabilidad. La instancia última en caso de error protestado estaba reservada a él, por supuesto".No hay razón suficiente, según los diversos expertos consultados, para considerar a Francisco un castellaniano. Sin embargo, con Ducadelia hay algo más que una curiosa coincidencia literaria. Probablemente explique sus similitudes la pertenencia de ambos a una misma tradición sociocultural, con factores determinantes tan fuertes como la patria común, la filiación ignaciana y la singular referencia político-eclesiástica argentina del siglo XX.+
viernes, 21 de junio de 2013
De antihéroes y perdedores
Un gigante del rock nacional como Roque Narvaja merecía un lugar en este espacio dedicado a la Teología Rockera.
Me pasé varios días escuchando sus discos y pude emocionarme con la canción política de los 70. Narvaja produjo canciones lindísimas como "Para Victoria" ("Victoria, tu nombre es grito de lucha y de gloria; Victoria, los hombres te siguen detrás de la aurora" ... "es el hombre nuevo que nada promete, sólo da" ... "que construye al mundo por amor; siembra la esperanza, protege los niños") o "¿Porqué no han venido los compañeros?", que recuerdan más a la emotiva poesía de Alfredo Zitarrosa.
En sus primeros discos, aún en La Joven Guardia, hay menciones a Dios o literalmente religiosas, pero mucho más a la revolución. Especialmente en sus primeros discos de solista en la Argentina. Por ejemplo, en Octubre hace relaciones entre el Salvador que va a venir y que nos guiará (¿a la revolución? "...a los cambios") y su madre, que es América. Hay teología, pero de la liberación. La referencia a octubre es simbólica, rojiza. En canciones como Balada para Luis o Camilo y Ernesto, lo que prima es la revolución. "Revolución con Dios; sueño del trabajador", dice en Revolución mi amor (Octubre). En "Dame el Sol": "trabajador, tu angustia es mi capital", chilla. En Primavera para un Valle de Lágrimas hay una canción espléndida, que suena así: Voy a comenzar a quererme más. Voy a servir a la Verdad. Voy a comenzar a confiar en mí una vez más, solo una vez más, para confiar en tí. Voy a comenzar a quererte más; hermano, ven, vamos hacia allá. La lucha empieza en nosotros mismos. La victoria es recibir y poder dar. La victoria es tiempo, nuevo tiempo, eterno de felicidad".
En esta clase de músicos, el elemento nacional está siempre presente en alguna zamba, en un charango, una quena, en alguna mención campestre, en San Esteban o en bellezas como Dos Razones (1973).
Lo que se desprende de sus primeros discos, especialmente en los de La Joven Guardia, es la cuestión naturalista, hippie, de pelos largos y libertad, aunque con pocas o casi nulas referencias al amor libre; cuando aparece luce ocasional, no filosófico.
Su etapa solista en la Argentina culmina con Amén (1976), en el que ya empieza a abandonar la cuestión política. Paradójicamente, su voz fue censurada y el disco no vio la luz.
Una vez que se fue, se volvió un cultor de la canción romántica y es raro que se encuentren en su obra otra cosa que menciones religiosas o filosóficas culturalmente cristianas, pero sin un sentido profundo.
Roque Narvaja no vuelve como el resto de los rockeros argentinos que emigraron durante el gobierno militar en 1982, con ocasión de la breve recuperación de las Malvinas y la reivindicación de la música nacional. De esa época es su maravilloso Amante de Cartón. Aunque arroja poco material para este análisis.
En 1987 reivindica que era "Nacido en el Tercer Mundo" y recuerda que sus padres, "que creían en Jesús, me encomendaron al pie de la cruz", en una suerte de autobiografía cantada. Ahí le canta a "La Verdad: sin ella es imposible la libertad". En este disco evoca a la muerte. Dice que a sus amigos que se llevó, resucitarán.
Recién en 2003 se vuelve a leer una letra tan fuerte como las primeras. Como en "Profecía 3", de La Joven Guardia, hace una correcta distinción entre lo que el mundo valora y lo que se debe valorar. En "Quiero ser un Perdedor" dice:
Me pasé varios días escuchando sus discos y pude emocionarme con la canción política de los 70. Narvaja produjo canciones lindísimas como "Para Victoria" ("Victoria, tu nombre es grito de lucha y de gloria; Victoria, los hombres te siguen detrás de la aurora" ... "es el hombre nuevo que nada promete, sólo da" ... "que construye al mundo por amor; siembra la esperanza, protege los niños") o "¿Porqué no han venido los compañeros?", que recuerdan más a la emotiva poesía de Alfredo Zitarrosa.
En sus primeros discos, aún en La Joven Guardia, hay menciones a Dios o literalmente religiosas, pero mucho más a la revolución. Especialmente en sus primeros discos de solista en la Argentina. Por ejemplo, en Octubre hace relaciones entre el Salvador que va a venir y que nos guiará (¿a la revolución? "...a los cambios") y su madre, que es América. Hay teología, pero de la liberación. La referencia a octubre es simbólica, rojiza. En canciones como Balada para Luis o Camilo y Ernesto, lo que prima es la revolución. "Revolución con Dios; sueño del trabajador", dice en Revolución mi amor (Octubre). En "Dame el Sol": "trabajador, tu angustia es mi capital", chilla. En Primavera para un Valle de Lágrimas hay una canción espléndida, que suena así: Voy a comenzar a quererme más. Voy a servir a la Verdad. Voy a comenzar a confiar en mí una vez más, solo una vez más, para confiar en tí. Voy a comenzar a quererte más; hermano, ven, vamos hacia allá. La lucha empieza en nosotros mismos. La victoria es recibir y poder dar. La victoria es tiempo, nuevo tiempo, eterno de felicidad".
En esta clase de músicos, el elemento nacional está siempre presente en alguna zamba, en un charango, una quena, en alguna mención campestre, en San Esteban o en bellezas como Dos Razones (1973).
Lo que se desprende de sus primeros discos, especialmente en los de La Joven Guardia, es la cuestión naturalista, hippie, de pelos largos y libertad, aunque con pocas o casi nulas referencias al amor libre; cuando aparece luce ocasional, no filosófico.
Su etapa solista en la Argentina culmina con Amén (1976), en el que ya empieza a abandonar la cuestión política. Paradójicamente, su voz fue censurada y el disco no vio la luz.
Una vez que se fue, se volvió un cultor de la canción romántica y es raro que se encuentren en su obra otra cosa que menciones religiosas o filosóficas culturalmente cristianas, pero sin un sentido profundo.
Roque Narvaja no vuelve como el resto de los rockeros argentinos que emigraron durante el gobierno militar en 1982, con ocasión de la breve recuperación de las Malvinas y la reivindicación de la música nacional. De esa época es su maravilloso Amante de Cartón. Aunque arroja poco material para este análisis.
En 1987 reivindica que era "Nacido en el Tercer Mundo" y recuerda que sus padres, "que creían en Jesús, me encomendaron al pie de la cruz", en una suerte de autobiografía cantada. Ahí le canta a "La Verdad: sin ella es imposible la libertad". En este disco evoca a la muerte. Dice que a sus amigos que se llevó, resucitarán.
Recién en 2003 se vuelve a leer una letra tan fuerte como las primeras. Como en "Profecía 3", de La Joven Guardia, hace una correcta distinción entre lo que el mundo valora y lo que se debe valorar. En "Quiero ser un Perdedor" dice:
En un mundo que provoca
la miseria y el dolor
en los débiles del mundo
por la fuerza o el control.
En un mundo que prefiere
al desalmado ganador
sobre el bien y la justicia,
la verdad y la mentira,
Yo quiero ser un perdedor
De pequeño me enseñaron
que en la vida hay que llegar
con esfuerzo y sacrificio,
con paciencia y voluntad.
El trabajo era un derecho,
el descanso era la paz,
compartir era sagrado,
robar era pecado,
Yo quiero ser un perdedor.
En este mundo,
yo quiero ser un perdedor
Cuéntame una historia de valor
donde el vencedor sea el mejor.
No me invites a un festín
de vanidades, que no voy.
Quiero estar con mis hermanos:
los sencillos y los llanos.
Yo también quiero ser un perdedor.
Hubo un tiempo en que tuve
todo lo que hay que comprar.
Me sentía poderoso
engañando a los demás.
La verdad por dolorosa
la tenía que ocultar.
Me sabía tan pequeño
y mi amigo era el miedo.
En un mundo que utiliza
dos idiomas para hablar:
el que lleva en su conciencia,
el que quiere escuchar,
yo quiero ser un perdedor.
Por el amor de Dios
Yo quiero ser un perdedor.+
jueves, 20 de junio de 2013
El Amor, la Felicidad y la Familia
Un Estudio sobre el Amor, realizado por la UP y TNS-Gallup en mayo último, dice que los argentinos relacionamos amor con compañerismo, como una noción en relación con los otros.
Si bien también hay referencias al romanticismo o vinculación con el concepto de pareja, la felicidad es la segunda palabra para definir al amor, caracterizado como un sentimiento positivo.
En el Estudio sobre la Felicidad de 2011/12, quedó manifestado que los conceptos de amor y felicidad se retroalimentan y se interrelacionan.
A la pregunta sobre el amor más necesario, los argentinos apuntan a la núcleo familiar. En sintonía con otros estudios de TNS-Gallup la familia es el aspecto más valorado para el bienestar general de las personas.
No hay motivo para ser pesimista. Quedó demostrado.+
Si bien también hay referencias al romanticismo o vinculación con el concepto de pareja, la felicidad es la segunda palabra para definir al amor, caracterizado como un sentimiento positivo.
En el Estudio sobre la Felicidad de 2011/12, quedó manifestado que los conceptos de amor y felicidad se retroalimentan y se interrelacionan.
A la pregunta sobre el amor más necesario, los argentinos apuntan a la núcleo familiar. En sintonía con otros estudios de TNS-Gallup la familia es el aspecto más valorado para el bienestar general de las personas.
No hay motivo para ser pesimista. Quedó demostrado.+
domingo, 2 de junio de 2013
Héroe, se busca
''Lo que escandaliza de la Iglesia es el misterio de la encarnación del Verbo''
Homilía del papa Francisco en la misa de este sábado en Santa Marta
Ciudad del Vaticano, (Zenit.org).-“La Iglesia no es una organización de cultura” sino que es “la familia de Jesús”, subrayó el papa Francisco en la misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta. El papa ha subrayado que los cristianos no deben tener vergüenza de vivir con el escándalo de la Cruz y les ha exhortado a no dejarse “atrapar por el espíritu del mundo”.
Según informa Radio Vaticana, en la misa, concelebrada con el cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Lucas Ortega y Alamino, participó un grupo de caballeros de Su Santidad.
¿Con qué autoridad hacéis estas cosas? El papa Francisco ha desarrollado su homilía partiendo de la pregunta dirigida a Jesús por los escribas y los sumos sacerdotes. Una vez más, ha observado, quieren tender “una trampa” al Señor, tratando de llevarlo “contra la pared”, de hacerle equivocarse. Pero ¿cuál es -se pregunta el papa- el problema que esta gente tenía con Jesús? ¿Son quizás los milagros que hacía? No, no es esto. En realidad, ha afirmado, “el problema que escandalizaba a esta gente era el de que los demonios gritaban a Jesús: '¡Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Santo!'”. Este “es el centro”, esto escandaliza de Jesús: “Él es Dios que se ha encarnado”. También a nosotros, ha proseguido, “nos tienden trampas en la vida”, pero lo que “escandaliza de la Iglesia es el misterio de la Encarnación del Verbo”. Y “esto no se tolera, esto el demonio no lo tolera”.
“Cuántas veces se oye decir: 'Pero, ustedes cristianos, sean un poco más normales, como las otras personas, ¡razonables!'. Este es un discurso de encantadores de serpientes: 'Pero, sean así ¿no?, un poco más normales, no sean tan rígidos...' Pero detrás de esto está: 'Pero, no vengan con historias ¡que Dios se ha hecho hombre! La Encarnación del Verbo, ¡ese es el escándalo que está detrás! Podemos hacer todas las obras sociales que queramos, y dirán: 'Pero qué buena la Iglesia, qué buena la obra social que hace la Iglesia' Pero si decimos que hacemos esto porque aquellas personas son la carne de Cristo, viene el escándalo. Y esa es la verdad, esa es la revelación de Jesús: esa presencia de Jesús encarnado”.
Y “este es el punto”, dijo el papa Francisco: “Siempre estará la seducción de hacer cosas buenas sin el escándalo del Verbo Encarnado, sin el escándalo de la Cruz”. Debemos en cambio “ser coherentes con este escándalo, con esta realidad que escandaliza”. Es “mejor así: la coherencia de la fe”. El Papa recordó lo que afirma el apóstol Juan: “Quienes niegan que el Verbo ha venido en la carne son del anticristo, son el anticristo”. Por otra parte, añadió, “sólo aquellos que dicen que el Verbo ha venido en carne son del Espíritu santo”. El papa Francisco afirmó que “nos hará bien a todos pensar esto: la Iglesia no es una organización de cultura, ni de religión, ni social”.
“La Iglesia es la familia de Jesús. La Iglesia confiesa que Jesús es el Hijo de Dios venido en la carne: ese es el escándalo, y por esto perseguían a Jesús. Y al final, aquellos que no había querido decir Jesús a estos -¿con qué autoridad haces esto?- lo dice al sumo sacerdote. 'Pero, al final decí: ¿Tú eres el Hijo de Dios? --'¡Sí!'. Condenado a muerte por eso. Este es el centro de la persecución. Si nos convertimos en cristianos razonables, cristianos sociales, cristianos de beneficencia solo, ¿cuál será la consecuencia? Que no tendremos nunca mártires: esa será la consecuencia”.
Cuando en cambio nosotros cristianos decimos esta verdad, que “El Hijo de Dios ha venido y se ha hecho carne”, cuando nosotros predicamos el escándalo de la Cruz, vendrán las persecuciones, vendrá la Cruz” y eso “será bueno”, “así es nuestra vida”.
“Pidamos al Señor no tener vergüenza de vivir con este escándalo de la Cruz. Y también la sabiduría: pidamos la sabiduría de no dejarnos atrapar por el espíritu del mundo, que siempre nos hará propuestas educadas, propuestas civiles, propuestas buenas pero detrás de ellas está la negación del hecho de que el Verbo ha venido en la carne, de la Encarnación del Verbo. Que al final es eso lo que escandaliza a aquellos que persiguen a Jesús, es eso lo que destruye la obra del diablo”.
Cada año, cien mil cristianos son asesinados
Ginebra (AICA).- El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Monseñor Silvano Tomasi, denunció el martes 28 de mayo, durante su intervención ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) “serias violaciones de la libertad de culto, en general”, y “ataques sistemáticos contra comunidades cristianas, en particular”, sobre todo en África, Asia y Oriente Medio. Según “investigaciones fiables” se ha llegado a la “chocante conclusión” de que “más de 100.000 personas mueren cada año por motivos que tienen alguna relación con la fe”, denunció monseñor Tomasi, en el curso de la 23ª sesión del diálogo interactivo entre el Consejo de derechos humanos y el Alto Comisariado.
Monseñor Tomasi denunció “serias violaciones de la libertad de culto en general”. Según “investigaciones fiables” se ha llegado a la “chocante conclusión” de que “más de 100.000 personas mueren cada año por motivos que tienen alguna relación con la fe”, denunció monseñor Tomasi, en el curso de la 23ª sesión del diálogo interactivo entre el Consejo de derechos humanos y el Alto Comisariado.
El arzobispo además recordó que muchos cristianos sufren el desarraigo forzado, “la destrucción de sus lugares de culto, la violación, la violencia y el secuestro de sus líderes”, como sucedió hace poco con los dos obispos de Aleppo, en Siria.
Muchos de ellos, añadió, “son el fruto del fanatismo, de la intolerancia, del terrorismo y de leyes discriminatorias”. Además, dijo monseñor Tomasi, en algunos países occidentales, “en los que la presencia cristiana ha sido, históricamente, parte integral de la sociedad”, se refuerza la tendencia a “marginalizar al Cristianismo de la vida pública”, ignorando su aporte social e histórico y llegando incluso a “restringir la capacidad de las comunidades de fe para seguir desarrollando sus servicios caritativos”. Medio Oriente, África y Asia son los lugares donde se producen mayores violaciones contra la libertad religiosa, “fruto del sectarismo, de la intolerancia, del terrorismo y de las leyes de exclusión”, concluyó.+
El arzobispo además recordó que muchos cristianos sufren el desarraigo forzado, “la destrucción de sus lugares de culto, la violación, la violencia y el secuestro de sus líderes”, como sucedió hace poco con los dos obispos de Aleppo, en Siria.
Muchos de ellos, añadió, “son el fruto del fanatismo, de la intolerancia, del terrorismo y de leyes discriminatorias”. Además, dijo monseñor Tomasi, en algunos países occidentales, “en los que la presencia cristiana ha sido, históricamente, parte integral de la sociedad”, se refuerza la tendencia a “marginalizar al Cristianismo de la vida pública”, ignorando su aporte social e histórico y llegando incluso a “restringir la capacidad de las comunidades de fe para seguir desarrollando sus servicios caritativos”. Medio Oriente, África y Asia son los lugares donde se producen mayores violaciones contra la libertad religiosa, “fruto del sectarismo, de la intolerancia, del terrorismo y de las leyes de exclusión”, concluyó.+
Virtudes heroicas
La noción de heroicidad se deriva de héroe, originalmente un guerrero, un semidios; por lo tanto supone un grado de valentía, fama y distinción que coloca a un hombre muy por encima de sus compañeros. San Agustín fue el primero que aplicó el título pagano de héroe a los mártires cristianos; desde entonces ha prevalecido la costumbre de concederlo no sólo a los mártires, sino a todos los confesores cuyas virtudes y buenas obras dejan muy atrás las de la gente buena ordinaria. El Papa Benedicto XIV, cuyos capítulos sobre las virtudes heroicas son clásicos, describe la heroicidad en los siguientes términos: “para ser heroica una virtud cristiana debe capacitar a su dueño para realizar acciones virtuosas con extraordinaria prontitud, facilidad y placer, por motivos sobrenaturales y sin razonamientos humanos, con auto-abnegación y pleno control de las inclinaciones naturales”. Una virtud heroica es por tanto, un hábito de buena conducta que llega a ser como una segunda naturaleza, una nueva fuerza motriz más fuerte que todas las correspondientes inclinaciones innatas, capaz de volver fáciles una serie de actos cada uno de los cuales, para el hombre ordinario, hubiesen significado dificultades muy grandes, sino insuperables.
Tal grado de virtud pertenece solamente a almas que ya se han purificado de los apegos mundanos, y que se han anclado sólidamente en el amor de Dios. Santo Tomás de Aquino (I-II: 61:4) dice: “la virtud consiste en el seguir o imitar a Dios. Toda virtud, como toda otra cosa, tiene su tipo (ejemplar) en Dios. Por tanto la mente divina en sí misma es el tipo deprudencia; Dios, al utilizar todas las cosas para servir a su Gloria, es el tipo de templanza o temperancia, por el cual el hombre sujeta sus bajos apetitos a la razón; cuando Dios aplica la ley eterna a todas sus obras, se tipifica la justicia; la inmutabilidad divina es el tipo de la fortaleza. Y, debido a que está en la naturaleza del hombre vivir en sociedad, las cuatro virtudes cardinales son sociales (politicae) en la medida en que mediante ellas, el hombre ordena rectamente su conducta en la vida diaria. No obstante, el hombre debe levantarse a sí mismo más allá de su vida natural hacia la vida divina: ‘Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.’ (Mateo 5,48). Por lo tanto, es necesario colocar ciertas virtudes en medio de las virtudes sociales, que son humanas, y las virtudes ejemplares, que son divinas. Estas virtudes intermedias son de dos grados de perfección: las menores en el alma que todavía luchan por elevarse de la vida de pecado hacia la semejanza con Dios---estas son las virtudes purificatorias (virtutes purgatoriae); las mayores están en el alma que ya ha logrado la semejanza con Dios---éstas son las virtudes de las almas purificadas (virtutes jam purgati animi). En menor grado, la prudencia, movida por la contemplación de las cosas Divinas, desprecia todo lo terrenal y dirige todos los pensamientos del alma sólo hacia Dios; la templanza renuncia, en tanto lo permite la naturaleza, a las cosas requeridas por las necesidades corporales; la fortaleza quita el temor de abandonar esta vida y se enfrenta la vida del más allá; la justicia aprueba las disposicones antes mencionadas. En la suma perfección de las almas ya purificadas y firmemente unidas a Dios, la prudencia no conoce otra cosa que su pertenencia a Dios; la templanza ignora los deseos terrenales; la fortaleza no conoce pasiones; la justicia se une a la mente divina en un pacto permanente, para hacer las cosas de manera consecuente. Este grado de perfección pertenece a los bienaventurados en el cielo o a unos pocos de los más perfectos en esta vida.”
Estos pocos “perfectissimi” son los héroes de la virtud, los candidatos para los honores del altar, los santos de la tierra.
Conjuntamente con las cuatro virtudes cardinales, el santo cristiano debe estar dotado de las tres virtudes teologales, especialmente con el amor divino (caridad); la virtud que forma, bautiza y consagra, por decirlo así, todas las demás virtudes, la que las asocia y unifica en un esfuerzo poderoso para participar en la vida divina. Algunos comentarios sobre las “pruebas de heroicidad” requeridas en el proceso de beatificación servirán para ilustrar en detalle los principios generales expuestos arriba.
Así como el amor está en la cima de todas las virtudes, la fe está en su base. Es por la fe que se aprehende primeramente a Dios y que el alma es levantada a la vida sobrenatural. La fe es el secreto de la propia conciencia; se manifiesta al mundo en las buenas obras en las cuales se vive, “la fe sin obras es fe muerta” (Stgo. 2,26). Tales obras son: la profesión externa de la fe, la estricta observancia de los Mandamientos Divinos, la oración, la devoción filial a la Iglesia, el temor de Dios, el horror al pecado, la penitencia por los pecados cometidos, la paciencia en la adversidad, etc. Todas o algunas de éstas alcanzan el grado de heroicidad cuando son practicadas con absoluta perseverancia, durante un largo período de tiempo, o bajo circunstancias tan irritantes en las cuales hombres de perfección ordinaria se hubiesen abstenido de actuar. Los mártires que mueren en los tormentos por la fe, los misioneros que dedican sus vidas a propagarla, los pobres humildes que con su paciencia infinita arrastran su miserable existencia a fin de hacer la voluntad de Dios y cosechar su recompensa posteriormente: todos ellos son héroes de la fe.
La esperanza es la confianza firme de que Dios nos dará la vida eterna y todos los medios necesarios para obtenerla; alcanza heroicidad cuando asciende a una inquebrantable confianza y seguridad en la ayuda de Dios en todos los eventos adversos de la vida, cuando está dispuesta a abandonar y sacrificar todos los demás bienes, a fin de obtener la prometidafelicidad del cielo. Tal grado de esperanza tiene sus raíces en una fe igualmente perfecta. Abraham, el modelo de losfieles, es también el modelo de los esperanzados “el cual, esperando contra toda esperanza… y no vaciló en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor… ni el vientre de Sara, igualmente estéril”. (Rom. 4,18-22).
La caridad inclina al hombre a amar a Dios sobre todas las cosas con amor de amistad. El amigo perfecto de Dios dice con San Pablo: “con Cristo estoy crucificado; y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí.” (Gál. 2,19-20). Porque amor significa unión. Su tipo celestial es la Santísima Trinidad en Unidad; su grado máximo en las criaturas de Dios es lavisión beatífica, es decir, la participación en la vida de Dios. En la tierra es la fructífera madre de la santidad, la única cosa necesaria, la única posesión totalmente satisfactoria. Se exalta en 1 Cor. 13, en el Evangelio según San Juan y las Epístolas; el discípulo amado y el feroz misionero de la cruz son los mejores intérpretes del misterio de amor revelado a ellos en el Corazón de Jesús. Con el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas, Jesús pareó uno más: “el segundo es parecido al primero: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos” (Mc. 12,31). La semejanza o vínculo entre ambos mandamientos se basa en esto: que en nuestro semejante amamos la imagen y semejanza de Dios, sus hijos adoptivos y herederos de su Reino. Por tanto, servir a nuestro prójimo es servir a Dios. Y las obras de misericordia espirituales y temporales realizadas en este mundo decidirán nuestro destino en el próximo: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino... porque tuve hambre y me disteis de comer... En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicísteis”. (Mt. 25,34-40). Por esta razón, las obras de caridad en grado heroico han sido, desde el principio hasta la actualidad, una marca distintiva de la Iglesia Católica, el compromiso de santidad en incontables números de sus hijos e hijas.
La prudencia, que nos permite conocer qué desear y qué evitar, alcanza la heroicidad cuando coincide con el “don de consejo”, es decir, un discernimiento claro ayudado por Dios sobre cuál es la conducta correcta y la incorrecta. LosBolandistas dicen de San Pascasio Radberto: “Fue tan grande su prudencia que un manantial de prudencia parecía brotar de su mente. Pues contemplaba juntos el pasado, el presente y el futuro y era capaz de decir, por el consejo de Dios, que se debía hacer en cada caso” (2 de enero, c. V, n.16).
La justicia, que da a cada uno lo debido, es el eje alrededor del cual gravitan las virtudes religiosas de la piedad,obediencia, gratitud, veracidad, amistad y muchas más. Actos de justicia heroica se vieron en Jesús, quien sacrificó su vida para dar gloria a Dios, y en Abraham, dispuesto a sacrificar a su propio hijo en obediencia a la voluntad de Dios.
La fortaleza, la que nos alienta cuando la dificultad se interpone en el camino de nuestra obligación, es en sí misma el elemento heroico en la práctica de la virtud; alcanza su pináculo cuando supera obstáculos que hubiesen sido invencibles para la virtud ordinaria.
La templanza o temperancia, que nos mantiene alejados de las pasiones cuando éstas nos inclinan a actuar incorrectamente, comprende la buena conducta, la modestia, la abstinencia, la castidad, la sobriedad y otras. Ejemplos de templanza heroica son San José y San Juan el Bautista.
En fin, se debe señalar que casi todo acto de virtud que procede del principio divino dentro de nosotros posee en sí mismo los elementos de todas las virtudes; sólo el análisis mental visualiza el mismo acto desde varios aspectos.
Bibliografía: BENEDICTO XIV, De servorum Dei beatificatione et beatorum canonizatione, chs. XXXI-XXXVIII, en Opera omnia, III (Prato, 1840); DEVINE, Manual de Teología Mística (Londres, 1903); SLATER, Manual de Teología Moral (Londres, 1908); WILHELM AND SCANNELL, Manual de Teología Católica (Londres, 1906).
Fuente: Wilhelm, Joseph. "Heroic Virtue." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07292c.htm>.
Traducido por Giovanni E. Reyes. L H M
La noción de heroicidad se deriva de héroe, originalmente un guerrero, un semidios; por lo tanto supone un grado de valentía, fama y distinción que coloca a un hombre muy por encima de sus compañeros. San Agustín fue el primero que aplicó el título pagano de héroe a los mártires cristianos; desde entonces ha prevalecido la costumbre de concederlo no sólo a los mártires, sino a todos los confesores cuyas virtudes y buenas obras dejan muy atrás las de la gente buena ordinaria. El Papa Benedicto XIV, cuyos capítulos sobre las virtudes heroicas son clásicos, describe la heroicidad en los siguientes términos: “para ser heroica una virtud cristiana debe capacitar a su dueño para realizar acciones virtuosas con extraordinaria prontitud, facilidad y placer, por motivos sobrenaturales y sin razonamientos humanos, con auto-abnegación y pleno control de las inclinaciones naturales”. Una virtud heroica es por tanto, un hábito de buena conducta que llega a ser como una segunda naturaleza, una nueva fuerza motriz más fuerte que todas las correspondientes inclinaciones innatas, capaz de volver fáciles una serie de actos cada uno de los cuales, para el hombre ordinario, hubiesen significado dificultades muy grandes, sino insuperables.
Tal grado de virtud pertenece solamente a almas que ya se han purificado de los apegos mundanos, y que se han anclado sólidamente en el amor de Dios. Santo Tomás de Aquino (I-II: 61:4) dice: “la virtud consiste en el seguir o imitar a Dios. Toda virtud, como toda otra cosa, tiene su tipo (ejemplar) en Dios. Por tanto la mente divina en sí misma es el tipo deprudencia; Dios, al utilizar todas las cosas para servir a su Gloria, es el tipo de templanza o temperancia, por el cual el hombre sujeta sus bajos apetitos a la razón; cuando Dios aplica la ley eterna a todas sus obras, se tipifica la justicia; la inmutabilidad divina es el tipo de la fortaleza. Y, debido a que está en la naturaleza del hombre vivir en sociedad, las cuatro virtudes cardinales son sociales (politicae) en la medida en que mediante ellas, el hombre ordena rectamente su conducta en la vida diaria. No obstante, el hombre debe levantarse a sí mismo más allá de su vida natural hacia la vida divina: ‘Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.’ (Mateo 5,48). Por lo tanto, es necesario colocar ciertas virtudes en medio de las virtudes sociales, que son humanas, y las virtudes ejemplares, que son divinas. Estas virtudes intermedias son de dos grados de perfección: las menores en el alma que todavía luchan por elevarse de la vida de pecado hacia la semejanza con Dios---estas son las virtudes purificatorias (virtutes purgatoriae); las mayores están en el alma que ya ha logrado la semejanza con Dios---éstas son las virtudes de las almas purificadas (virtutes jam purgati animi). En menor grado, la prudencia, movida por la contemplación de las cosas Divinas, desprecia todo lo terrenal y dirige todos los pensamientos del alma sólo hacia Dios; la templanza renuncia, en tanto lo permite la naturaleza, a las cosas requeridas por las necesidades corporales; la fortaleza quita el temor de abandonar esta vida y se enfrenta la vida del más allá; la justicia aprueba las disposicones antes mencionadas. En la suma perfección de las almas ya purificadas y firmemente unidas a Dios, la prudencia no conoce otra cosa que su pertenencia a Dios; la templanza ignora los deseos terrenales; la fortaleza no conoce pasiones; la justicia se une a la mente divina en un pacto permanente, para hacer las cosas de manera consecuente. Este grado de perfección pertenece a los bienaventurados en el cielo o a unos pocos de los más perfectos en esta vida.”
Estos pocos “perfectissimi” son los héroes de la virtud, los candidatos para los honores del altar, los santos de la tierra.
Conjuntamente con las cuatro virtudes cardinales, el santo cristiano debe estar dotado de las tres virtudes teologales, especialmente con el amor divino (caridad); la virtud que forma, bautiza y consagra, por decirlo así, todas las demás virtudes, la que las asocia y unifica en un esfuerzo poderoso para participar en la vida divina. Algunos comentarios sobre las “pruebas de heroicidad” requeridas en el proceso de beatificación servirán para ilustrar en detalle los principios generales expuestos arriba.
Así como el amor está en la cima de todas las virtudes, la fe está en su base. Es por la fe que se aprehende primeramente a Dios y que el alma es levantada a la vida sobrenatural. La fe es el secreto de la propia conciencia; se manifiesta al mundo en las buenas obras en las cuales se vive, “la fe sin obras es fe muerta” (Stgo. 2,26). Tales obras son: la profesión externa de la fe, la estricta observancia de los Mandamientos Divinos, la oración, la devoción filial a la Iglesia, el temor de Dios, el horror al pecado, la penitencia por los pecados cometidos, la paciencia en la adversidad, etc. Todas o algunas de éstas alcanzan el grado de heroicidad cuando son practicadas con absoluta perseverancia, durante un largo período de tiempo, o bajo circunstancias tan irritantes en las cuales hombres de perfección ordinaria se hubiesen abstenido de actuar. Los mártires que mueren en los tormentos por la fe, los misioneros que dedican sus vidas a propagarla, los pobres humildes que con su paciencia infinita arrastran su miserable existencia a fin de hacer la voluntad de Dios y cosechar su recompensa posteriormente: todos ellos son héroes de la fe.
La esperanza es la confianza firme de que Dios nos dará la vida eterna y todos los medios necesarios para obtenerla; alcanza heroicidad cuando asciende a una inquebrantable confianza y seguridad en la ayuda de Dios en todos los eventos adversos de la vida, cuando está dispuesta a abandonar y sacrificar todos los demás bienes, a fin de obtener la prometidafelicidad del cielo. Tal grado de esperanza tiene sus raíces en una fe igualmente perfecta. Abraham, el modelo de losfieles, es también el modelo de los esperanzados “el cual, esperando contra toda esperanza… y no vaciló en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor… ni el vientre de Sara, igualmente estéril”. (Rom. 4,18-22).
La caridad inclina al hombre a amar a Dios sobre todas las cosas con amor de amistad. El amigo perfecto de Dios dice con San Pablo: “con Cristo estoy crucificado; y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí.” (Gál. 2,19-20). Porque amor significa unión. Su tipo celestial es la Santísima Trinidad en Unidad; su grado máximo en las criaturas de Dios es lavisión beatífica, es decir, la participación en la vida de Dios. En la tierra es la fructífera madre de la santidad, la única cosa necesaria, la única posesión totalmente satisfactoria. Se exalta en 1 Cor. 13, en el Evangelio según San Juan y las Epístolas; el discípulo amado y el feroz misionero de la cruz son los mejores intérpretes del misterio de amor revelado a ellos en el Corazón de Jesús. Con el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas, Jesús pareó uno más: “el segundo es parecido al primero: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos” (Mc. 12,31). La semejanza o vínculo entre ambos mandamientos se basa en esto: que en nuestro semejante amamos la imagen y semejanza de Dios, sus hijos adoptivos y herederos de su Reino. Por tanto, servir a nuestro prójimo es servir a Dios. Y las obras de misericordia espirituales y temporales realizadas en este mundo decidirán nuestro destino en el próximo: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino... porque tuve hambre y me disteis de comer... En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicísteis”. (Mt. 25,34-40). Por esta razón, las obras de caridad en grado heroico han sido, desde el principio hasta la actualidad, una marca distintiva de la Iglesia Católica, el compromiso de santidad en incontables números de sus hijos e hijas.
La prudencia, que nos permite conocer qué desear y qué evitar, alcanza la heroicidad cuando coincide con el “don de consejo”, es decir, un discernimiento claro ayudado por Dios sobre cuál es la conducta correcta y la incorrecta. LosBolandistas dicen de San Pascasio Radberto: “Fue tan grande su prudencia que un manantial de prudencia parecía brotar de su mente. Pues contemplaba juntos el pasado, el presente y el futuro y era capaz de decir, por el consejo de Dios, que se debía hacer en cada caso” (2 de enero, c. V, n.16).
La justicia, que da a cada uno lo debido, es el eje alrededor del cual gravitan las virtudes religiosas de la piedad,obediencia, gratitud, veracidad, amistad y muchas más. Actos de justicia heroica se vieron en Jesús, quien sacrificó su vida para dar gloria a Dios, y en Abraham, dispuesto a sacrificar a su propio hijo en obediencia a la voluntad de Dios.
La fortaleza, la que nos alienta cuando la dificultad se interpone en el camino de nuestra obligación, es en sí misma el elemento heroico en la práctica de la virtud; alcanza su pináculo cuando supera obstáculos que hubiesen sido invencibles para la virtud ordinaria.
La templanza o temperancia, que nos mantiene alejados de las pasiones cuando éstas nos inclinan a actuar incorrectamente, comprende la buena conducta, la modestia, la abstinencia, la castidad, la sobriedad y otras. Ejemplos de templanza heroica son San José y San Juan el Bautista.
En fin, se debe señalar que casi todo acto de virtud que procede del principio divino dentro de nosotros posee en sí mismo los elementos de todas las virtudes; sólo el análisis mental visualiza el mismo acto desde varios aspectos.
Bibliografía: BENEDICTO XIV, De servorum Dei beatificatione et beatorum canonizatione, chs. XXXI-XXXVIII, en Opera omnia, III (Prato, 1840); DEVINE, Manual de Teología Mística (Londres, 1903); SLATER, Manual de Teología Moral (Londres, 1908); WILHELM AND SCANNELL, Manual de Teología Católica (Londres, 1906).
Fuente: Wilhelm, Joseph. "Heroic Virtue." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07292c.htm>.
Traducido por Giovanni E. Reyes. L H M
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