domingo, 27 de octubre de 2013

Teología del Pueblo

Hay aspectos interesantes en esta entrevista de Patricio Downes a Victor Fernandez, en Clarín de hoy.
Me gusta lo que dice de Bergoglio en Aparecida: creaba ambiente, generaba confianza y tejía consensos, y el concepto doctrinario cuasi peronista de una teología que se sitúa entre el marxismo y el liberalismo.

“Hay sectores de la Iglesia que se sienten amenazados por el papa Francisco”

POR PATRICIO DOWNES

Este obispo es uno de los teólogos mayores de América latina y conoce como pocos el pensamiento y el carácter de Jorge Bergoglio. Aquí, una mirada cálida y rigurosa del Papa.
Estratega. “Para mí, que soy ansioso, se destaca en el Papa su paciente capacidad para esperar los tiempos adecuados”, dice Fernández. /MARIA E CERUTTI

27/10/13
El arzobispo y rector de la UCA porteña, Víctor “Tucho” Fernández, es uno de los teólogos preferidos del papa Francisco y pieza clave del entonces cardenal Jorge Bergoglio para la redacción final del documento de Aparecida, en 2007. Es todo un referente de la “teología popular” que elaboraron los teólogos argentinos Lucio Gera, Juan Carlos Scanone y Rafael “El Viejo” Tello. En esta entrevista exclusiva explica en qué se distingue esta línea eclesial del liberalismo y de la “teología de la liberación” a la que se atribuyó una impronta marxista.
¿Cuál es su historia personal con la fe?

Mi fe tiene que ver con eso que es invisible a los ojos y escapa a la lógica del interés o del consumo. Tiene que ver con un sueño de amor y libertad que yo encuentro en un rostro humano: Jesús.
¿Quiénes inspiraron más su vida sacerdotal?

El sacerdocio permite unir una intensa búsqueda de Dios con una gran dedicación a los demás. Los sacerdotes que a mí me sorprendieron fueron aquellos que supieron conectar estas dos cosas de manera admirable. Pero los testimonios más bellos que recibí fueron de laicos, sobre todo de algunas mujeres con una generosidad y una fe poco comunes.
¿Cómo fue trabajar con el cardenal Bergoglio en Aparecida?

Era un espectáculo verlo moverse en Aparecida, percibir su capacidad para tejer consensos, para crear ambiente, para provocar confianza. Para mí, que soy ansioso, se destacan su paciencia y su capacidad para esperar los momentos adecuados. Allí se muestra su convicción de que, más que procurar resultados inmediatos, hay que generar procesos. Con respecto al documento de Aparecida, no le preocupaba mucho que tuviera una redacción impecable, sino que fuera una síntesis de espiritualidad y compromiso social y misionero. Un tema que le inquietaba era el de la religiosidad popular, porque le preocupaba que la Iglesia no valorara suficientemente la fe y los valores de los pobres.
¿Qué significa la teología del pueblo? ¿Por qué dice que Francisco tiene un “brillo en los ojos” cuando usa la palabra pueblo?

La teología del pueblo se distingue tanto de los análisis marxistas como de las miradas liberales. Por eso no les cae bien a ninguna de esas dos perspectivas. Implica considerar a los pobres no como meros objetos de una liberación o de una educación, sino como sujetos capaces de pensar con sus propias categorías, capaces de vivir legítimamente la fe a su manera, capaces de generar caminos desde su propia cultura popular. La expresión “pueblo” se distingue de la expresión “masa”, porque supone un sujeto colectivo capaz de generar procesos históricos. Uno puede aportarle algo, pero siempre respetando su identidad y su estilo.
¿Aparecida es una pieza clave en el Papado de Francisco?

Seguramente. Por dos razones. Porque el documento tiene muchas cosas de él, pero también porque él se dejó interpelar por inquietudes que plantearon otros obispos en Aparecida y que él asumió como propias.
Una pintada sobre una pared, en Italia, saludaba y vivaba al “Papa del Concilio Vaticano II”. Si es así ¿en qué aspecto lo nota más?

El Concilio procuró impulsar una salida de la Iglesia hacia el mundo, sin perder su identidad pero sí procurando cercanía, diálogo y caminos fecundos de encuentro con todos. ¿Alguien más que este Papa ha insistido, con palabras y gestos, en que la Iglesia debe salir de sí y evitar toda autorreferencialidad?
En esa línea conciliar, ¿avanza el pontífice Bergoglio hacia una mayor colegialidad?

El acento en la colegialidad es otro aspecto típico del Concilio Vaticano II. Desde mi punto de vista, esto no se expresa tanto en una comisión consultiva de 8 cardenales, sino en un proceso de necesaria descentralización. Sobre los organismos de la Curia romana acaba de decir que “corren peligro de convertirse en organismos de censura” y que “quien debe estudiar los casos son las conferencias episcopales locales”. Esto tiene grandes consecuencias. Dijo que el Sínodo de los obispos debe ser revisado para que sea realmente participativo y días después reemplazó a la persona que estaba a cargo de ese asunto. Avanza sin prisa pero sin pausa.
¿Cuáles son las novedades que se esperan de Bergoglio como Papa?

Tiene los valores de un auténtico líder, que el mundo estaba necesitando. Eso permite que la mayoría lo escuche y lo comprenda también cuando habla de temas que contradicen las tendencias culturales actuales.
¿Por qué irrita a algunos esta teología del pueblo o que el Espíritu Santo actúa en el pueblo?

Hay sectores de la sociedad y de la Iglesia con una fuerte conciencia de clase. Sienten pertenecer a un sector de personas especiales, bien formadas, iluminadas, poseedoras de la verdad sobre todo. Repiten constantemente una serie de slogans con esquemas mentales intocables, y sólo por eso creen ser los maestros de una masa inculta y descerebrada, que sólo debería aplicar lo que ellos indiquen desde su cátedra elevada. Para este tipo de gente, sean de derecha o de izquierda, es imposible pensar que los pobres tengan algún tipo de sabiduría, alguna verdad, alguna capacidad para opinar, algo que aportar.
Usted mencionó aspectos del Papa como su “constante y sentida valoración de la piedad popular”, la “opción por los pobres”, un cambio de lenguaje y una opción más misionera. ¿Irá la Iglesia en ese rumbo?

No lo sé. Las dificultades para asumir estos desafíos no son sólo intelectuales. Tienen que ver sobre todo con los hábitos posmodernos. Todos estamos preocupados por nuestros espacios de tiempo libre, distensión, seguridad personal, y tanto la cercanía con los pobres como un dinamismo misionero exigen un esfuerzo generoso que no muchos estarán dispuestos a asumir.
¿Habrá un relanzamiento del Concilio Vaticano II en esta nueva época de la Iglesia? ¿Hubo una puja interna en la Iglesia que lo frenó por medio siglo?

En los últimos años hubo sectores que pusieron un fuerte acento en la seguridad doctrinal, en el honor de la Iglesia y en su autopreservación, que se sentían representados por algunas autoridades eclesiales. A decir verdad, los sectores que tenían un proyecto algo diferente, como el Cardenal Bergoglio y tantos otros, fueron muy respetuosos de esas opciones o al menos las acompañaron silenciosamente. Ahora advierto que hay sectores de la Iglesia que se sienten amenazados por el discurso y el estilo de Francisco, y parece que de golpe han perdido todo su afecto hacia la figura del Papa. Otros sectores “conservadores”, en cambio, son más coherentes, y aunque se sientan contrariados en sus propias inclinaciones, mantienen una mirada sobrenatural y acogen las propuestas del Papa Francisco.
¿Qué diría sobre esas palabras clave en el mensaje del Papa, como “descartables, hagan lío, periferias existenciales y dejate misericordiar”?

Este Papa usa un lenguaje sencillo y además inventa frases y acuña neologismos que no parecen propios de la pureza de la lengua. Nada de eso debería interpretarse como una pobreza de contenido o como ausencia de reflexión. Cualquiera que lo haya conocido de cerca sabe que siempre fue un hombre culto, de hondo pensamiento, con una mirada larga que penetra profundo y crece en amplitud de miras. Pero al mismo tiempo tiene la capacidad de condensar en una frase, en un gesto, en una palabra, algo que otros sólo podrían expresar en un larguísimo discurso. Eso es propio de los sabios.
¿Cuando lo llaman “progresista” implica un ataque que usarán los más conservadores, dentro y fuera de la Iglesia?

No creo que la palabra “progresista” sea la más adecuada para interpretarlo. En general los grandes son difíciles de clasificar, porque trascienden los esquemas que los demás usamos para entender la realidad. Este Papa es un hombre que siempre alentó con audacia las novedades, los cambios, los nuevos rumbos, pero nunca desde la nada, jamás desde el vacío. Al contrario, sabe ver que la historia es un humus, un rico abono lleno de vitalidad que hay que seguir explotando. El puro progresismo corre el riesgo de quedarse sin raíces y secarse. Otra cosa es cambiar y crecer haciendo florecer las mejores novedades a partir de lo que uno ha recibido de otros que lo han precedido y de una larga historia. Ese es el estilo de este Papa.
¿Qué se puede decir sobre las recientes declaraciones del Papa a una revista de los jesuitas?

Por una parte, en esa entrevista él no cambió la doctrina de la Iglesia, porque en realidad sigue hablando en contra del aborto y a favor del matrimonio varón-mujer. Pero tampoco hay que quitarle fuerza a lo que dijo, porque nos pidió que no cansemos a la gente hablando siempre de esos temas, y que recuperemos un equilibrio que tenga más perfume a Evangelio. Sobre el lugar de la mujer en la Iglesia todavía no lanzó propuestas, pero dijo textualmente que hay que reflexionar con profundidad “sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”. Puso el dedo en la llaga, porque se refirió al poder, al ejercicio de la autoridad por parte de la mujer.
¿Qué sacerdotes, religiosos, laicos se espera para esta nueva etapa de la Iglesia? ¿Quiere decir que cada vez se podrá “balconear” menos, como dice Francisco?

Este Papa es un enamorado de todo lo que sea artesanal, del cuerpo a cuerpo, del entramado que se va creando lenta y laboriosamente. Nunca le gustaron las reuniones y congresos donde se habla largamente acerca de lo que habría que hacer, y menos sobre lo que los otros tendrían que hacer. Por eso en Buenos Aires le molestaban las parroquias que desplegaban grandes organigramas, pero donde no se atendía a la gente o no se salía a las calles y a los hogares de los vecinos. Tampoco le atraen los que discuten interminablemente sin dar lugar al nacimiento de nuevos consensos para mirar hacia adelante. Los que balconean y no trabajan son para él los peores enemigos de un buen proyecto y del mejor de los sueños. Su propio ejemplo nos indica otro camino.
Copyright Clarín, 2013.

miércoles, 23 de octubre de 2013

El Precio de la Vanidad

Una trampa de cine para capturar a uno de los piratas más temidos de Somalia

El somalí Abdi Hassan viajó voluntariamente a Bruselas creyendo que saldría en un documental

 Bruselas 15 OCT 2013  EL PAÍS.ES

La vanidad le ha costado muy cara al pirata somalí Mohamed Abdi Hassan, uno de los más buscados del mundo, e implicado en su día en elsecuestro del atunero vasco Alakrana, según sospecha España. Las autoridades belgas lo detuvieron el pasado sábado tras haberlo atraído hasta Bélgica con una falsa promesa: participar en una película sobre su vida. La jugada maestra requirió meses de negociación en los que un grupo de agentes se hicieron pasar por artífices de ese supuesto documental para seducir al pirata. Nada más poner un pie en el aeropuerto de Bruselas, fue detenido por delitos de secuestro, crimen organizado y piratería.

La peculiar estrategia de las autoridades belgas ha dado fruto, aunque han sido necesarios meses de dedicación. La Fiscalía decidió infiltrar a agentes en esta misión cuando tuvo claro que una orden internacional de arresto no lograría detener a Hassan, conocido como Afweyne (bocazasen somalí), ni a su compañero, Mohamed M. A, alias Tiiceey, que viajaba con él con la promesa de participar también en el documental. “Tras iniciar pacientemente una relación de confianza con Tiiceey y Afweyne, que llevó varios meses, los dos estaban preparados para participar en este proyecto”, detalló el fiscal federal belga, Johan Delmulle, el pasado lunes.

Afweyne había decidido recientemente abandonar la piratería tras años de dedicación. La forma en que anunció al mundo su retirada del oficio da pistas sobre la vanidad de este personaje, decidido a dar rienda suelta a sus ansias de notoriedad en el mundo del celuloide. “Hemos estado en este sucio negocio durante mucho tiempo, pero experimentamos su amargura y sus consecuencias negativas. Yo y otros camaradas hemos decidido dejarlo”, dijo solemnemente en una ceremonia pública celebrada a principios de enero en una región del centro de Somalia.

Pese a acumular una docena de delitos a sus espaldas, según estimaciones de la ONU, el pirata pretendió incluso redimir a otros: “También me gustaría animar a muchos de mis colegas a renunciar también a la piratería, y entregar cualquier material que tengan: naves, armas…”, aseguró sin pudor en enero.

Y en esa fase de arrepentimiento le llegó la falsa posibilidad de contar su lucrativa vida en alta mar, al frente de secuestros millonarios en las costas de África oriental. Con ese sueño entre manos se subió a un avión en Nairobi que lo dejó en el aeropuerto internacional de Bruselas. Allí lo esperaba la justicia. Tanto Afweyne como su cómplice están ya en prisión preventiva y probablemente presten declaración hoy mismo.

Aunque lo ha apresado Bélgica, la detención tiene gran importancia para España. La Audiencia Nacional no confirma que Afweyne estuviera detrás del secuestro del Alakrana, pero sí tiene constancia de que, en aquel momento, en 2009, era el jefe de la zona donde fue retenido el atunero, al norte de Mogadiscio, informa María Fabra. Los 36 tripulantes de este barco permanecieron 47 días frente a las costas somalíes.

Bélgica lo buscaba por el secuestro de un barco de esa nacionalidad —más prolongado que el español— que se produjo en el mismo año cerca de las costas de Somalia. Los secuestradores retuvieron a la tripulación durante 70 días en condiciones “inhumanas”, según la Fiscalía belga. El delito se saldó con dos piratas detenidos y juzgados, a 10 y nueve años de prisión respectivamente, pero las autoridades belgas tenían la sospecha de que eran meros ejecutores de los planes que otros orquestaban. Y esos otros cometieron el error de aspirar a convertirse en estrellas de cine.

La ingenuidad de los dos piratas demuestra en buena medida hasta qué punto tenían sensación de impunidad a pesar de sus delitos. El denominado Bocazas vivía protegido por los gobernantes somalíes, según Naciones Unidas. Sus expertos acusan a un expresidente de ese país de haber extendido un pasaporte diplomático al pirata, con lo que tenía amplia libertad de movimientos. Y gozaba del favor de grandes líderes de la zona, como el libio Muamar el Gadafi, que lo invitó a los fastos de conmemoración de sus 40 años en el poder. De no haber sido por el engaño, la justicia belga habría tenido pocas posibilidades de cazar a los dos presuntos delincuentes.

La defensa menos pensada

Sin dogmas políticos

La fe está por encima de las ideologías

Los gestos del Papa hacia la Teología de la Liberación deben entenderse como un intento de dar por superados los desencuentros del pasado

Por   | Para LA NACION


En el bullente escenario del nuevo pontificado, algunos puntos son especialmente sensibles y poseen una capacidad de estruendo que provoca una resonancia de mayor intensidad en la sociedad mediática. Uno de ellos es el de la Teología de la Liberación, un asunto con olor a pólvora.

El caso es que algunos datos, como la visita del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez -nada menos que el padre de la criatura-, o incluso ciertas expresiones ("Iglesia de los pobres", "jamás he sido de derecha") han erizado la piel de integristas, fundamentalistas y tradicionalistas, pero también la de muchos fieles cristianos de sensibilidad conservadora.

La contraofensiva ha comenzado en las ciudadelas más radicales, como el lefebvrismo, pero también entre quienes se resisten a abandonar una cultura a la que han acomodado su propia fe. Las acusaciones de ingenuidad, temeridad, ambigüedad, imprudencia, sospecha, claudicación, e incluso traición, habrán así de multiplicarse.

Esta nueva actitud reactiva replica la protagonizada a partir de fin de los años sesenta por el liberacionismo y su eje común reside en que ambas han construido una ideología de la fe. El carácter dogmático de la ideología les confiere un sentido incluso, ocasionalmente, sustitutivo de lo religioso.

En ambos casos a derecha y a izquierda, los elementos culturales han sido categorizados por encima del dato teológico, introduciendo signos extraños a la pureza o a la ortodoxia de la misma fe.

La instrumentación de la política mediante una creencia religiosa o, inversamente, de la creencia religiosa mediante un criterio político constituye el vicio del clericalismo, frecuentemente padecido por los cristianos a lo largo de su transitar en la historia, que el papa Francisco ha criticado en más de una ocasión.

Su antecesor Benedicto agotó su paciencia para llegar a un acuerdo sobre el significado mismo del Concilio Vaticano II y abrir a la derecha un camino de reconciliación e incluso de regreso a la Iglesia. Ahora, Francisco invierte el signo, pero lo hace con la misma función pastoral.

Han transcurrido más de cuatro décadas desde que la Teología de la Liberación rasgó como un rayo el sereno cielo eclesiástico. Tratándose de un asunto complejo, no faltaron malentendidos y simplificaciones que suscitaron situaciones pintorescas, pero también trágicas.

El nuevo cuadro eclesial acredita preguntarse si el Papa no habrá considerado que, tras casi medio siglo en el que ha pasado mucha agua bajo el puente, acaso haya llegado la hora de dialogar con el otro, a quien se consideraba el malo de la película.

En una mirada ideológicamente desprejuiciada y objetiva, la figura de Jesucristo resiste su ubicación a la derecha o a la izquierda, y no puede identificarse con una actitud integrista o progresista, sino que en sus dos brazos abiertos en cruz incluye a todo el género humano.

Con esta nueva instancia inaugurada en la vida de la Iglesia, podría arribar también un momento de purificación y de integración, y hay motivos para preguntarse si los cristianos no enfrentan una providencial ocasión histórica para superar esas categorías que no le han hecho un bien al mensaje del fundador.

Un diálogo con el otro distinto o el reclamo de una Iglesia despojada de superfluidades no significa otra cosa que apuntar a lo esencial. Pretender una actitud ambigua o claudicante en el querer desprenderse de ciertas adherencias culturales que no representan propiamente la fe, sino que a veces involucran verdaderas frivolidades (como el color de un par de zapatos), podría constituir un verdadero error de perspectiva.

Cuando sobrevino el movimientismo revolucionario francés de cuño liberal, el magisterio eclesiástico condenó su antropología contraria al concepto de persona tal como lo sustentaba la tradición cristiana, pero con el paso del tiempo es la misma Iglesia la que ha reconocido como propias sus intuiciones legítimas, como la libertad, la igualdad y la fraternidad.

¿Se propone ahora Francisco valorar los aportes igualmente legítimos del socialismo, como confusamente lo intentaron en los años 70 los teólogos de la liberación? Esta posibilidad hace del momento actual una instancia sugerente.

Si se han de poner los puntos sobre las íes, hay que decir que la Teología de la Liberación no es un movimiento homogéneo, sino surcado por una diversidad de elementos muy distintos e incluso opuestos. No hay una Teología de la Liberación, sino muchas. De ahí que no sea posible trazar un juicio unívoco sobre ellas.

Pero hay que puntualizar también que la Teología de la Liberación como tal nunca fue condenada por la Iglesia. En efecto, ninguno de los dos documentos en los que, a mediados de los años 80, la Santa Sede trató a fondo la cuestión -con la intervención del entonces cardenal Joseph Ratzinger- consideró tal posibilidad.

La pura verdad es que el primero de esos documentos sólo puntualizó algunas objeciones, fundamentalmente sobre la utilización del análisis marxista (que no tuvo un carácter general), y el segundo confirmó que la liberación, no sólo la liberación del pecado sino de sus consecuencias temporales, es una misión esencial de la Iglesia.

De este modo, la descalificación de la Teología de la Liberación que muchos cristianos realizan en términos absolutos aún en nuestros días debe explicarse por su ligereza, sus preconceptos o su desconocimiento de la cuestión, o bien por otorgar a sus opiniones personales un valor superior al del propio magisterio eclesiástico, sin descartar una lisa y llana mala fe.

Pero eso no es todo. Varios aportes de las corrientes liberacionistas, luego de depurados sus aspectos ambiguos o inconciliables con la doctrina del propio magisterio, han sido incorporados a él. Interpretarlos de un modo simplista como una infiltración de izquierda en la doctrina de la Iglesia representa un desconocimiento del más puro mensaje evangélico, una instrumentación ideológica de la fe cristiana, y constituye, en definitiva, una verdadera falsedad.

Pueden darse varios ejemplos: la opción por los pobres, las estructuras de pecado, el pecado social, la Iglesia de los pobres, la dimensión política de la fe e incluso el mismo concepto de teología de la liberación. Todos estos contenidos teológicos se entroncan con el más puro corazón del auténtico cristianismo y, ciertamente, ellos estaban ahí presentes, pero gracias a la Teología de la Liberación se han podido ver con más hondura y claridad.

En la historia del cristianismo las herejías han tenido también un efecto saludable porque han permitido que asomen aspectos de la fe que no habían sido advertidos o habían sido olvidados u oscurecidos, y así, el patrimonio religioso se ve enriquecido: del error surge la virtud.

Hay que reconocer que los cristianos han dado un espectáculo lamentable cuando en los años 70 se enfrentaron a tiros, matándose unos a otros. Todo eso ahora ha quedado atrás y el Papa parece querer invitar no sólo a los fieles, sino también a todos los hombres de buena voluntad a unirse en la construcción de una sociedad más justa y más humana, sin preguntarles si son de izquierda o de derecha.

Los cristianos que comparten una misma fe gozan de una legítima libertad en materia política, por la cual, en el amplio marco de la doctrina social expresada por el magisterio eclesiástico, pueden elegir distintas opciones igualmente válidas, todas ellas situadas en diversos lugares identificados tanto en la izquierda como en la derecha.

Con su nuevo estilo fundamentalmente inclusivo que remueve las mentalidades farisaicas en la Iglesia, el Papa invita ahora a todos a dejar de insistir en estas categorías como si fueran absolutos morales, a sacudirse una pesada carga de rencores, prejuicios y desconfianzas y a comprender que, por encima de ellas, hay un núcleo fundamental que puede deshacer, si ellos quieren, cualquier división entre los hombres. Algo muy sencillo de comprender, pero no tan fácil de vivir.

El Papa ha leído los signos de los tiempos y asume la radicalidad del mensaje evangélico. Ahora el mundo espera de los cristianos esa misma fidelidad a su identidad fundamental. Todo un desafío para quienes han asumido la vocación esencial del cristianismo, que es el lenguaje universal del amor.

© LA NACION.

La Fachada de la Santa Casa de Ejercicios

Foto: infobae.com

En la obra de la Madre Antula

   LOS PROBLEMAS DE LA FACHADA DE LA SANTA CASA DE EJERCICIOS ESPIRITUALES

La Santa Casa de Ejercicios, obra de la  Venerable María Antonia de Paz y Figueroa, conocida popularmente como la “Madre Antula”,  atendida desde hace  más de dos siglos por las hermanas de la Sociedad Hijas del Divino Salvador por ella fundada,  ofrece en su fachada un complejo problema  por las “grietas, fisuras, caída de revoque”, según señala la intimación, de fines de agosto pasado, de la Dirección de Fiscalización y Control de Obras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por otra parte, esas históricas paredes externas han sido el blanco para las inscripciones políticas, fácilmente comprobables.

Pero nada ha podido concretarse hasta el momento, a pesar de las respuestas, entrevistas y trámites del caso ante los organismos pertinentes del Gobierno de la Ciudad y de los proyectos para la puesta en valor de la Casa, de parte del gobierno Nacional (Área Protección Histórico) pues este edificio es Monumento Histórico Nacional desde el 21 de mayo de 1942.

Se trata de una construcción de las pocas auténticamente coloniales de esta capital, ubicada entre las calles Independencia, Estados Unidos, Salta y Lima, e inaugurada en 1795, en tiempos del Virreinato del Río de la Plata. Es tal la importancia de esta obra, levantada por la Madre Antula para la promoción de los Ejercicios Espirituales, que participa de “La Noche de los Museos”, organizada los segundos sábados de noviembre, o sea próximamente, por el Gobierno de la CABA. Se accede por Avda.  Independencia 1190.

Varios Beatos y Santos (Luis OrioneGabriel BrocheroCamila RolónTránsito CabanillasCrescencia PérezNazaria March MesaBenita Arias...), entre muchos fervientes fieles,  han pasado por sus  salones y claustros a los que se puede acceder a  través de visitas guiadas, los Ejercicios Espirituales de los cuartos domingos de cada mes, o alquilándolo para retiros, jornadas o conferencias.  Este verdadero paseo cultural  remonta al visitante a través del tiempo, siguiendo las primitivas celdas, observando los muros de un metro de espesor,  claustros, patios, un oratorio, capillas, cuadros, mobiliario de valor artístico y religioso. Y le ayudará a compenetrarse del espíritu y entrega  de la  Venerable (declarada por el Papa Benedicto XVI en julio del 2010).

María Antonia  nació en 1730 en Santiago del Estero y su intensa vida de piedad la llevó a los 17 años a consagrarse a Dios, dedicada a las obras de piedad, penitencia y apostolado bajo la tutela y dirección de los Padres de la Compañía de Jesús, cuyo fundador, San Ignacio de Loyola, dio el nombre a la Santa Casa. Los Ejercicios Espirituales ignacianos marcaron su vida y la movieron a su promoción por el país a raíz de la expulsión de los jesuitas en 1767 decretada por Carlos III, Rey de España. El objetivo de sus caminatas y esfuerzos era evitar que desapareciera la espiritualidad de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, fuentes de conversión y santificación. Por ese motivo fundó esta Casa en Buenos Aires para perpetuar la obra, (tarea inmensa pero no excluyente) que prosiguen hoy sus herederas, la Sociedad nacida de su carisma, junto a la educación y misiones rurales por los lugares más carenciados, tal como hizo ella.

 La Madre Antula  falleció en 1799 y sus restos descansan en la Basílica Nuestra Señora de La Piedad. Su causa de beatificación  se encuentra  avanzada. Requiere el reconocimiento oficial  de un milagro en estudio. Pero la fachada de la Santa CasaNecesita Respuestas urgentes.
Marta Noce
Responsable de Prensa y difusión de la Obra de María Antonia de San José
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lunes, 14 de octubre de 2013

Una Iglesia para los Pobres

Lamentablemente, lo más completo que leí sobre el caso de Friburgo es esta odiosa nota de Osvaldo Bayer, desde Alemania, que fue publicado anteayer en la contratapa de Página 12.+

La Pobreza de Jesús
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Un hecho insólito ha ocupado hasta las tapas de los diarios hace poco en este país. El caso del obispo católico Franz Peter Tebartz-Van Elst. Increíble. Tal vez algunos lo miren como una página de humor, pero aquí ha provocado inmensa tristeza. Un obispo católico gastó nada menos que 31.000.000 de euros (sí, treinta y un millones) para reformar su residencia y sede obispal. (Un latinoamericano habría pensado: con esa suma se puede eliminar la villa miseria 31 de Retiro y dar a todas esas familias una casa digna.) El señor obispo hasta se compró una bañadera de 15.000 euros (sí, señores, quince mil) para bañarse los domingos antes de oficiar misa. (Pensar que Jesús, en su vida, tal vez se habrá dado tres o cuatro chapuzones en el Jordán.) Quince mil euros para la bañadera de un obispo católico.
Pero antes de la bañadera y de las reformas a su residencia obispal, este obispo Franz Peter ya había salido en los diarios. La revista Spiegel lo sorprendió cuando subió en primera clase de un avión que lo llevaba a la India, a un seminario sobre la pobreza y la miseria a ese país. Esto salió impreso, pero el obispo lo desmintió, aunque la revista lo comprobó y le inició juicio por faltar a la verdad. En eso está, aunque hace poco reconoció el religioso que sí viajó en primera porque “le regalaron el pasaje”, cosa que se sigue discutiendo. La segunda información sobre el obispo fue la enorme suma de dinero que habían costado las reformas a su residencia y que paga, por supuesto, el pueblo, ya que a los católicos se les quita el dos por ciento mensual de lo que ganan, lo que va directamente a las iglesias de las religiones que profesan.
La conducta del señor obispo ha iniciado un movimiento en su contra. Ya 4400 creyentes firmaron un escrito pidiendo que se inicie una investigación judicial verdadera de los gastos. Y a esto le ha seguido una campaña muy digna entre los medios. Ya el obispo ha señalado que sí, que se han cometido errores en los cálculos. También el Vaticano envió al cardenal Giovanni Lojolo para investigar la verdad y éste ha llamado a una comisión investigadora. Lo mismo ha resuelto el titular de la conferencia de obispos alemanes, el arzobispo Robert Zollitsch.
Por su parte, el relator del consejo de sacerdotes, monseñor Reinhold Kalteier, señaló indignado que “voluntariamente, el señor obispo no quiere renunciar”. Como exigiendo su destitución.
Una crisis del catolicismo como pocas veces se ha visto. Este es un ejemplo por el cual la Iglesia debe cambiar su conducta y sus formas. Ya lo está demostrando el Papa argentino con respecto a tantos usos y costumbres del catolicismo. Que culmina con el abuso de los niños por los sacerdotes “castos” y otros usos y costumbres que vienen de la Edad Media y que es imprescindible discutir y adecuar a las experiencias que ha tenido la humanidad desde aquellos años.
Escribimos esto no sólo porque ha sido tapa de los diarios locales, sino que aquí, una vez más, corresponde la pregunta: ¿es que la humanidad no va a aprender nunca? Hablamos de donde están las verdaderas necesidades de la humanidad. Pero se siguen teniendo mitos y falsedades que se han mantenido durante siglos. Me congratulo viendo que ahora ya están apareciendo en los órganos de prensa los errores que en nombre de tal o cual religión se han cometido siempre y que nadie era capaz de sacar a la luz porque con ello se cometía “un pecado mortal”. ¿Mortal para quién, para las víctimas de todas estas injusticias? En octubre de 2013, los diarios publicaron las últimas cifras de la FAO, la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura. Según ese informe, 842 millones de habitantes padecen desnutrición crónica. No vamos a describir ahora a cada uno de los hambrientos. Mostrar su rostro, el llanto de los niños pidiendo pan, etc. Eso ya la vimos. Pero lo que preocupa es que la FAO se alegra y pone como un triunfo que “esto representa 26 millones menos que lo calculado en el último informe de la FAO”.
No, aquí no interesa que sean unos cuantos millones menos, lo único que tiene importancia es que hay 842 millones que no somos capaces de alimentar en estas tierras y en estos mares. Y agregaría principalmente: con estos sistemas económicos que dominan el mundo y hacen padecer hambre. La finalidad principal de la política general debe ser alcanzar la alimentación de todos los habitantes del mundo. Eso tendrían que lograrlo como primera medida las organizaciones políticas y económicas de la llamada civilización. No exclamemos con alegría “26 millones menos”, sino con preocupación por no haber hecho lo suficiente: no somos capaces de alimentar a 842 millones. Uno tras otro, con ojos que nos miran y con ojos que lloran.
Pero volvamos a la religión. El cristianismo, en vez de tomar esos problemas en sus manos y darle una solución –a cada uno lo suyo y acabar con la miseria–, no, sigue con lo que decíamos: sus pensamientos de Edad Media. En medio de tantas novedades de estas dos últimas semanas, de pronto, en primera de los diarios: “El Vaticano critica a su iglesia de Friburgo, en Alemania”. Tal cual. ¿Y por qué? Porque en Friburgo, la Iglesia Católica señaló que estudia permitir la comunión de matrimonios divorciados, “comulgar a gente divorciada que se ha vuelto a casar”. Es decir, que los que desean cambiar esa moral cerrada, absolutamente cerrada, de la Iglesia Católica, también sufren derrotas, como esa. Y lo dijo el Vaticano. Eso no se hace. ¿Qué pasa, señor Papa?
De cualquier manera, a pesar de las reacciones y de lo negativo, algo se va avanzando.

Sorpresas que no deberían ser

Este es el testimonio de dos visitas al Vaticano de sendas socias del Club Gente de Prensa. El primero es de una gran periodista, Marta Noce. Esta asociación de periodistas católicos que fue fundada a la luz del Concilio Vaticano II es protagonista de un momento especial: el prelado más presente en el trabajo cotidiano de sus miembros durante los últimos lustros se ha convertido en Papa; más aún, en un gran Pontífice. En esta clave hay que leer lo que dice Marta, una mujer muy sería. Escribe inspirada en la carta que antes nos había escrito Olga Muñoz, otra mujer muy comprometida, que se transcribe más abajo.+

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Estimados socios y amigos:

                                         Les reenviamos una carta de nuestra consocia Marta Noce, integrante de la comisión directiva del Club, de larga trayectoria periodística en el semanario Esquiú, la agencia noticiosa Télam, prensa de la Acción Católica Argentina y diversos medios periodísticos, quien estuvo recientemente en Roma con el Papa Francisco.

Club Gente de Prensa

Buenos Aires, 11 de octubre de 2013

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Querido Jorge, veo lo de Olga y me pregunto si vale la pena que yo tambien cuente mi experiencia con el Papa. Por las dudas te mando algo.

   El 25 de setiembre, en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, nada menos que en los 30 años de su aparición, viví un momento muy esperado: saludar al Papa Francisco. Me había preparado con mucha anticipación: primero el trámite para estar presente en la audiencia general del que volvió la confirmación. Pero ya en Roma,el día anterior casi no pude dormir. Por mi trabajo periodístico y la dirigencia en la Acción Católica, como tantos hermanos, tuve la oportunidad de estar y compartir muchos momentos junto a Monseñor y luego el Cardenal Bergoglio en el arzobispado de Buenos Aires. Momentos formales e informales. Y ahí estaba, como una feligresa argentina más, acompañada por una remera con nuestros colores, que coloqué en la baranda frente al escenario en el que el Papa dio su mensaje, tras recorrer durante más de una hora, los corralitos en donde se agolparon muchísimos fieles. No entraba ni uno más en la Plaza. Francisco implica una revolución y la expresión, ya común, no puede ser tan clara y contundente. "Antes, este movimiento se veía en  Pascua y Navidad pero ahora, todas las semanas son Pascua y Navidad" nos explica la Hna Rosa, de las Franciscanas de la Madre del Divino Pastor, que reside en la capital italiana. No hay exageración: cada encuentro es una extraordinaria fiesta, cuyos ecos perduran en el corazón de cada participante.

Uno de ellos, modestamente, fui yo. Pero cuando concluyó la celebración, en la que hizo hincapié en la unidad de la Iglesia, entre otros aspectos, rezamos el padrenuestro y se inició el momento de los saludos. Tras los obispos, ubicados en el lado opuesto al nuestro, se dirigió al sector en el que aguardábamos. Ahí, en las tres primeras filas eramos todos argentinos y a nosotros, nos regalaron, tan delicadamente, un lugar en la primera junto a mis tres hermanos acompañantes.. Qué no decir de mi emoción cuando me vió y tomándome la mano izquierda me pregunto: "Marta ¿aún sigue escribiendo?". Su rostro mostraba una alegría inmensa, una sonrisa plena. Yo muda, hasta que atiné a balbucear: "hasta la muerte" (seguiré escribiendo, pretendi decirle). Le di un mensaje y le recordé lo mucho que se reza por el Pontífice en la Acción Católica. "Si, por favor, recen por mí". reiteró. E impuso su mano sobre mi cabeza. De esto, en realidad, tomé conciencia cuando vi las fotos. Estaba en el aire, conmovida.

Cuánta delicadeza hay en el Santo Padre ante cada persona. En especial, los niños, viejos y enfermos, los predilectos del Señor y del Papa. Cuanta personalización y delicadeza en cada gesto, en cada encuentro, en cada mirada a todos, sin distinción. 
Para cada fiel el encuentro con el Papa es un regalo, seguramente largamente esperado. 

Pero para todos, incluso, para quienes no tuvieron la posibilidad o la alegría de viajar, Francisco es un don maravilloso que sigue conmoviendo al mundo. Y eso, para cada católico, es motivo de gozo y compromiso. Recemos por él y seamos fieles al Evangelio.   Marta

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Enviado por Olga Muñoz (mt-comunicaciones@fibertel.com.ar)

 

Queridos amigos del Club:

He vuelto de Roma una ciudad que amo, donde estuve 10 días.

Hermoso todo, hermoso volver a encontrarme con nuestro Papa Francisco. Primero lo encontré en la calle.... donde mis ojos fueran, en todas las vidrieras  “della vía della de Concilazione”, ahí estaba Francisco siempre sonriente, saludando, bendiciendo, desde carteles gigantes callejeros, o desde la entrada a galerías de arte religioso, librerías, siempre Francisco. Destaco que fue una sensación hermosa, ya que al viajar sola por trabajo, esa sonrisa y ese rostro conocido, del que fuera nuestro arzobispo,  acompaña e impacta.   

No sé si todos están al tanto pero desde el 2004 con unas amigas realizo UN ROSARIO POR LA VIDA y desde el principio Monseñor Bergoglio me alentó, acompañó con sus consejos, guió este Rosario, que se realizó primero en una plaza frente al Ministerio de Educación y en los años subsiguientes en Nuestra Señora del Pilar. En el 2011 y 2012 UN ROSARIO POR LA VIDA se rezó en la Catedral de Buenos Aires, y Monseñor Bergoglio celebró la Santa Misa.  

Poder verlo nuevamente fue muy emotivo para mi, asistí a la Santa Misa en Santa Marta rece por todos, familia, amigos, el club, por nuestra amada Argentina y sus ajetreada política. ¿Saben cuál fue la homilía de ese día? Los políticos y nuestra postura de cristianos, algo que me toca muy de cerca, ya que frecuento bastante a nuestra dirigencia por la defensa que hago de la vida humana desde la concepción y hasta la muerte natural,  en el Congreso de la Nación. Entre otras cosas nos decía: Los ciudadanos- observó el Papa- no pueden desinteresarse de la política:
Ninguno de nosotros puede decir: "Yo no tengo nada que ver con esto, son ellos los que gobiernan... No, no, yo soy responsable de su gobierno y tengo que hacer lo mejor, para que ellos gobiernen bien y tengo que hacer lo mejor por participar en la política como pueda." La política - dice la Doctrina Social de la Iglesia - es una de las formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común. No puedo lavarme las manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que dar algo!” 

Acreditada en la Sala Stampa de la Santa Sede, pude apreciar cómo viven nuestros colegas a este Papa, que los descoloca, los hace correr porque puede aparecer en cualquier lugar, y los hace estar muy atentos, porque lo que dice es nuevo para ellos, es muy humano, y nada protocolar, porque lo que dice es vida, y como la vida siempre une lo tradicional al asombro de lo nuevo que nace. 

 Todos están deslumbrados, y asombrados de cómo su presencia arrasa donde aparece. Se hablaba de que lo vieron al anochecer en la calle reclamando, por la diversidad de precios en similar artículo en los negocios cercanos y visitando a los pobres de Roma. 

En mis días en Roma pude asistir  a una Audiencia pública, lo que viví emocionante. La gente comenzó a acercarse a la Plaza de San Pedro alrededor de  las 5 hs de la mañana; pude escucharlos y verlos desde los ventanales de la residencia donde me alojaba,  que estaba a dos cuadras de San Pedro, y era uno de los lugares de entrada a la misma.  La audiencia comenzaba a las 10,30 hs en que entró el Papa Francisco. Todo era júbilo, alegría, vítores al Papa, le cantaban, lo aplaudían un fervor que en otras visitas a Roma no presencie. Los peregrinos seguían con sumo interés el recorrido, se asombraban de cómo se paraba a escuchar a la gente, saludar, besar a los niños que le alcanzaban y luego el silencio al comenzar la Santa Misa, donde Jesús nos estaba aguardando en el altar. Fue maravilloso, repito. 

También pude asistir al Angelus del domingo, bajo una lluvia torrencial, con truenos y relámpagos desde temprano, pero de igual forma  con una plaza colmada de gente, que aplaudía al Papa con fervor. Nada que envidiar a la Audiencia Pública, a nadie parecía importar la lluvia, todos estuvieron firmes en la plaza hasta que Francisco apareció, habló, rezó. La gente estaba mojada pero feliz, de haberlo visto escuchado, y rezado con el Papa que vino de tan lejos. Encontré argentinos, nos identificamos por la bandera que todos habíamos llevado y por el lío que armamos, algo que, conversando, comentó Francisco, él sabe dónde están nuestros grupos porque parecemos siempre miles. Señal de que seguimos su consejo:  “hacer lío”.   Unos momentos antes  de partir me fui hasta San Pedro a rezar  ante los restos de quien fuera Juan Pablo II, ahora Beato, que fue trasladado pegadito  a la Piedad, entrando a la basílica a la derecha ¡¡Que paz que serenidad, podemos alcanzar en la oración, mas allá de todo el barullo de nuestras actividades, cuando nos entregamos, cuando dejamos de ser nosotros,…!!  No cuentan los espacios, las distancias, solo el Señor basta…. 

Tomé el avión y ya estoy acá en la querida Buenos Aires, en familia. Avísenme cuando hay reunión del Club, espero este año poder cumplir y  asistir ya que con mi estreno de abuela estuve un poco complicada en mis horarios.

Beso a todos, Olga Muñoz

sábado, 12 de octubre de 2013

Alice Munro, Nobel

VIERNES, 11 DE OCTUBRE DE 2013
LITERATURA › ALICE MUNRO FUE LA ELEGIDA POR LA ACADEMIA SUECA

La “Chéjov canadiense” se despertó con el Premio Nobel

A los 82 años, la autora de Mi vida querida, La vista desde Castle Rock y Demasiada felicidad es considerada una virtuosa del cuento contemporáneo. “Expresa más en 30 páginas que un novelista en 300”, ponderó el portavoz de la Academia.

Por Silvina Friera
La maestra del cuento contemporáneo duerme en su casa de Clinton, pequeño pueblo de Ontario. Quizá ya no le cueste tanto conciliar el sueño, como narró en “Noche”, uno de sus relatos más autobiográficos de Mi vida querida (Lumen). En Estocolmo, en cambio, es mediodía. Peter Englund, el secretario permanente de la Academia Sueca, intenta comunicarse con la escritora. Como nadie atiende, le deja un mensaje en el contestador y se prepara para anunciar que la genial Alice Munro, “la Chéjov canadiense”, es Premio Nobel de Literatura. Los considerandos de la Academia señalan que se trata de “una virtuosa del cuento contemporáneo” y que “es capaz de expresar más en 30 páginas que un novelista contemporáneo”.
La noticia se expande por el mundo mientras una de sus hijas la llama: “Mamá, ¡ganaste!”. A las cuatro de la madrugada, esa bella mujer de 82 años es arrasada por la novedad. “Es la mitad de la noche aquí y me había olvidado de todo esto, por supuesto”, dice la ganadora en una escueta entrevista con la cadena CBC. La obtención de este codiciado y cotizado galardón –ocho millones de coronas suecas, alrededor de 1,3 millón de dólares– ha sido para ella un “castillo en el aire que podría suceder, pero probablemente no sucedería”. La primera escritora canadiense que logra un Nobel agrega que su marido Gerald Fremlin, que murió hace unos meses, hubiera sido “muy feliz”. “Me acabo de enterar hace cinco minutos. Es tan sorprendente, tan maravilloso... Ni siquiera sabía que estuviera en la lista de los finalistas hasta ayer (por el miércoles). Estoy aturdida. Yo sabía que estaba en la carrera, sí, pero nunca pensé que iba a ganar. Necesito que pasen unos días para ser consciente de lo que esto supone, de lo que este premio representa para mí.”
Munro es la decimotercera mujer que obtiene un Nobel, luego de la rumano-alemana Herta Müller, que lo ganó en 2009. “¿Puede ser posible? ¡Es increíble que solo seamos trece mujeres!”, exclama la cuentista canadiense que anhela que este premio sirva para que, a partir de ahora, “se hable más de los escritores canadienses en su conjunto”. Hace tiempo que viene amagando con retirarse. Al menos desde 2009 cuando, luego de publicar La vista desde Castle Rock, anunció que ése sería su último libro. ¿Qué hace un escritor si no escribe? Como no pudo encontrar la respuesta, volvió al ruedo con Demasiada felicidad (2011) y afortunadamente reincidió con Mi vida querida, lo último que publicó acá en marzo de este año, diez cuentos más cuatro piezas excepcionales que forman “una unidad distinta, que es autobiográfica de sentimiento, aunque a veces no llegue a serlo del todo”. “Finale” es el título que agrupa los cuatro relatos que Munro define como “lo primero y lo último –lo más íntimo– de cuanto tengo que decir de mi propia vida”. En junio insistió en una entrevista con el National Post que probablemente no volvería a escribir “nunca más”. ¿El Nobel modificará esta resolución? Munro subraya que no la hará reconsiderar la cuestión porque se está volviendo “más vieja”.
La hilvanadora de potentes ficciones, pionera del realismo canadiense, nació el 10 de julio de 1931, en la zona rural de Wingham (Ontario). La niña Alice Laidlaw –Munro es el apellido que conservó de su primer marido– se crió en la exaltación de la naturaleza y los espacios abiertos, pero también conoció las penurias de la Depresión y los prejuicios y temores de un pueblo que permanecía anclado en el XIX. Su padre, Robert Laidlaw, puso el pecho a la adversidad y trató de sacar adelante un criadero de zorros. Era un hombre humilde que amaba la literatura. Los Laidlaw eran grandes lectores de la Biblia, que escribieron diarios de viaje en los que han repasado la dura vida de los pioneros escoceses, para quienes el trabajo era un fin en sí mismo. Mostrar excesivo interés por el dinero o hacer evidente cualquier ostentación ajena a la vida común era considerado un pecado de vanidad. Tal vez haya sido la primera lección que recibió de esa estricta moral presbiteriana: la escritura sin vanidad; un legado que absorbió Alice, hasta que, muchos años después, les rendiría tributo en La vista desde Castle Rock, un homenaje a sus antepasados que viajaron desde el valle de Ettrick, al sur de Escocia, hasta Canadá. “Hacía algo más cercano a la autobiografía: explorar una vida, mi propia vida, pero no de un modo preciso o riguroso. Me situaba en el centro de ella y escribía sobre esa identidad, de forma tan escrutadora como me era posible”, confiesa la autora en el prólogo de ese libro. Esa niña rara y distinta, que soñaba que sería escritora, comenzaría a escribir en su adolescencia. Su madre, una maestra que luego padecería Parkinson, se empeñó en que su hija estudiase. Gracias a una beca pudo cursar periodismo y filología inglesa en la Universidad de Western (Ontario) por un breve tiempo; todavía era una estudiante cuando publicó su primer cuento, “Las dimensiones de una sombra”, en 1950. Entonces conoció a Michael Munro, se casó un año después, tuvo tres hijas y quedó encerrada por las obligaciones domésticas y el negocio de su marido, nada menos que una librería.
“Me educaron para creer que lo peor que podía hacer era llamar la atención sobre mí, o pensar que era inteligente o brillante. Mi madre fue una excepción, pero esa regla se aplicaba sobre todo a la gente de campo como nosotros –recuerda la escritora en una de las pocas entrevistas que concedió–. Ninguna de las chicas que conocí fueron a la universidad, y muy pocos de los chicos. Yo estuve sólo dos años, y gracias a una beca, aunque entonces conocí a mi primer marido. En ese momento comencé a escribir todo el tiempo –que era lo que había soñado desde niña–, porque éramos muy pobres, pero jamás nos faltaron los libros.” Munro cocinaba cuentos que vendía a revistas o a la radio pública canadiense y cosechaba una modesta reputación literaria como joven escritora. “Ama de casa encuentra tiempo para escribir relatos” es el título de un reportaje que le hicieron en el diario The Vancouver Sun, en 1961. En esa entrevista explicaba cómo aprovechaba el tiempo de la siesta de sus niñas para escribir en el mismo cuarto donde planchaba. En Vida de madre e hijas. Creciendo con Alice Munro, Sheila, una de sus hijas, evoca cómo cuando ella y sus hermanas irrumpían en “el cuarto propio” de su madre, la escritora se apartaba del cuaderno, como si quisiera dar a entender que estaba haciendo algo tan prosaico como la lista de las compras.
La década del 60 fue “maravillosa” para Munro. “Habiendo nacido en 1931 yo era un poco vieja, pero no demasiado. Y después de un par de años, mujeres como yo estábamos usando minifaldas y caminando empavonadas”. Su primer libro de cuentos llegaría justo a fines de esa década liberadora, Dance of the Happy Shades (1968), que tuvo una buena recepción crítica en Canadá y aún permanece inédito en castellano; después fueron saliendo Lives of Girls and Women (1971), traducido al castellano como La vida de las mujeres, la única novela que publicó; Who Do You Think You Are? (1978), The Moons of Jupiter (1982), editado en español como Las lunas de Júpiter (2010); Runaway (2004), traducido como Escapada; The View from Castle Rock (2006), Too Much Happiness (2009) y Dear Life (2012), entre otros títulos; relatos en los que la narradora canadiense no necesita embellecer a sus personajes: “La vida de la gente es suficientemente interesante si consigues captarla tal cual es, monótona, sencilla, increíble, insondable”. En 1972 se divorció de su primer marido y volvió a casarse en 1976 con el geógrafo Gerald Fremlin, con quien vivió hasta abril de este año, cuando Fremlin murió. El primer intento de arrojar la toalla y dejar de escribir no resultó. Aunque sinceramente creía, en 2009, que podía lograrlo. “El trabajo me estaba resultando demasiado duro y pensé que me había llegado la hora de llevar la vida de una señora normal. ¡Y lo hice! Por unos seis meses. Salí a almorzar con amigas, me dediqué a la jardinería, a la caridad. Fue horrible. Después me di cuenta de que ya no sirvo para una vida normal: he escrito tantos años que no sé hacer nada más.”
Desde la primera línea que lanza a las pupilas de los lectores, en cualquiera de sus libros, se ingresa en la órbita de la extraña y familiar seducción que despliegan sus textos. Las vacilaciones que sirve en bandeja el mentado porvenir, las fugas reales o imaginadas, las deserciones, los “pecados de juventud”, apariciones o intrusiones que gestan problemas absurdos, la pobreza que se anhela vencer en un futuro cercano, la orfandad como mancha o sombra persistente, tristezas inusuales y lúgubres legados, todos los sentimientos de sus personajes, que a veces intentan no llamar la atención, son vasos de agua dispuestos en su justa medida. Como quien sabe hasta dónde llenarlos, hasta dónde contar y poner el punto final, la narradora canadiense, minuciosa en su modo de captar la temperatura ambiente del paisaje de Ontario donde pasó su infancia, huye del sentimentalismo, la melancolía, la nostalgia de los tiempos idos, a través de una transparencia engañosa. Leerla es como despertar temprano, cuando el cielo clarea, pero aún no ha salido el sol.
No puede afirmar que Chéjov haya influido en sus cuentos porque “es como Shakespeare: ha influido en toda la literatura”. Si tiene que rastrear conexiones personales, prefiere mencionar a Eudora Welty –“debo tener cuidado de no imitarla porque su encanto está atado a un lugar y un tiempo determinados”–, a Katherine Anne Porter y a Katherine Mansfield. Cuando estaba escribiendo el relato “Demasiada felicidad” –título que responde a una frase de Sonia Kovalevski, que murió apenas pasados los 40 años–, pensó si Chéjov se habría enamorado de ella de haberla conocido. “Creo que no, a los hombres no les gustan las mujeres como yo. Pero quién sabe, él finalmente se casó con la actriz Olga Knipper, que arrastraba su propia fama, así que... Sí, es posible que yo le hubiera gustado.” El cuento resultó el formato más cómodo y natural para Munro. “Yo siempre pensé que iba a ser novelista. Me decía que cuando mis chicas fuesen grandes y yo tuviese más tiempo para escribir novelas, iba a hacerlo. El cuento estaba puramente determinado por el largo de las siestas de mis hijas. Pero después resultó que ésa fue la manera en la que aprendí a escribir y ya no pude hacer otra cosa”, revela.

domingo, 6 de octubre de 2013

sábado, 5 de octubre de 2013

Cegado por el odio

Hay interesantes datos en la presunta carta del cabecilla del ataque a San ignacio de Loyola. Por lo pronto, el confesar haber sido motivado por el odio, al punto de cegarse. En pleno dominio del iluminismo, la dimensión trascendental parece estar ganando posiciones. No vale la pena hacer especulaciones judiciales al respecto. Vale destacar la caritativa actitud del párroco Francisco Baigorria: "Yo no los perdono, los perdona Dios. Ellos vinieron a pedir perdón a la Iglesia y a Dios", y agregó: "Abrimos un camino de diálogo y conversión, pero no los quise atosigar porque yo ya valoré mucho que vinieran y que se presentaran abiertos a seguir dialogando, para mi fue un paso ya valiente".+


ATAQUE A LA IGLESIA SAN IGNACIO DE LOYOLA  

"Mi intención no es obtener perdón", dice el alumno que lideró los destrozos

PERFIL accedió a la carta que escribió uno de los cinco jóvenes que dañaron la parroquia. Qué hará. Por Cynthia de Simone.

A más de una semana de los hechos vandálicos perpetrados en la iglesia San Ignacio de Loyola por cinco alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, circuló en un grupo cerrado de Facebook de la institución una carta anónima del líder de los disturbios, a la que PERFIL accedió en forma exclusiva. El escrito, leído por una amiga suya durante una asamblea del Centro de Estudiantes, está principalmente dirigido a sus compañeros de la agrupación La Revancha. El chico se adjudica la responsabilidad de los destrozos, dice que él fue quien guió a los demás hasta el lugar y sólo les pide perdón a aquellos compañeros que se enojaron por los daños.
"Soy Orfeo, y según las reglas del juego, no me queda otro camino que descender…”, señala. “A la comunidad educativa del CNBA (a quien quiera escuchar): 
Aclaración, escribo así corte bonito porque mepa que evita dar lugar a confusiones, no porque me crea la Reina Isabel. En primer lugar diré, para no ser tomado por cagón, que si no estoy leyendo esto en persona es no sólo por el pedido expreso de varios compañeros y amigos de no aparecer, sino en verdad por una necesidad propia de darme un tiempo para meditar, encontrarme y seguir camino. En segundo, que no busco con esto excusarme ni quedar bien parado, sino ser fiel a la realidad, dar una explicación a aquellos muchos que la han pedido y dar fuerza para los tantos que aún mantienen la lucha.
Aclararé, entonces, que fui responsable por los actos que tuvieron lugar en la vecina Iglesia, que no me encontraba drogado ni alcoholizado o bajo efecto de sustancia alguna, que sin embargo poco recuerdo de lo sucedido en sí (retengo las imágenes, no los pensamientos que corrieron por mi cabeza), que fui yo quien guió al resto de los pibes que estaban conmigo y que me gustaría, en este sentido, recalcar que nada ha tenido esto que ver con ningún tipo de movida política o acción anti-toma, y me duele de los compañeros que lo piensan (porque realmente creo que lo piensan, me resisto a creer que están sacando rédito de la situación), sabiendo ellos lo mucho que me esforcé por darle sentido y contenido a la toma durante tantos días y noches.
No los culpo, sin embargo, por su reacción inicial, como tampoco culpo a todos aquellos que me denostaron, increparon por internet o putearon. A todos ellos les dirijo mi sincera disculpa, y mi consejo de que tengan cuidado con el odio, que quizás más de uno tiene guardado en su corazón, buscando excusas para sacarlo a pasear como hice yo”. El joven, cuya identidad se desconoce y pertenecería a La Revancha Corriente, justificó su mal accionar con argumentos basados en un presunto estado emocional y psicológico de autoboicot.
“Comento también que no es la primera vez que ocurre una situación como ésta. Tengo una tendencia auto-destructiva, de sabotearme a mí mismo en los momentos en los que vuelo alto. Viene de hace tiempo, y la he puesto en práctica en relaciones con compañeras, con mi familia, con el estudio, y por primera vez ahora con la militancia, de la peor manera. Siempre me ha pasado que no he podido recordar o siquiera entender qué daba vueltas en mi cabeza en el momento, pero nunca llegando a tal extremo, y nunca comprometiendo a mis compañeros y al movimiento, el mismo que durante más de un año y medio me encargué de formar y apoyar, leyendo y releyendo leyes, construyendo un centro de estudiantes, dándole forma a una coordinadora y poniendo el cuerpo días y noches enteras, con o sin toma, para encontrar rumbo.
Todo eso, por la ventana en menos de una hora, a razón de quién sabe qué juego mental y chau. Pero por suerte el autosabotaje me termina afectando de lleno a mí mismo, y el movimiento, mal que mal, ha logrado gambetear la situación, y sigue en pie, con fortaleza, convicción y compañerismo. Un acto estúpido no puede eclipsar tal grandeza. Este es mi único alivio, y si bien sé que el daño es irreparable, me enorgullece ver a los compañeros, que decepcionados y defraudados se han puesto la camiseta y han continuado camino a pesar de todo”.
“Sé que muchos quieren que me haga cargo públicamente frente a la sociedad toda”, continúa el relato en su último tramo. “A ellos les digo que para cuando esta carta sea leída ya habré hablado con la comunidad de la Iglesia, y que en breve definiré qué posición tomar frente a las autoridades, pero que en última instancia creo que, después de todo, estas decisiones no son mías. Dejo en claro, de todos modos, que de forma alguna dejaré que ningún representante del Centro tenga que pagar por absolutamente nada.
Por último, vuelvo a aclarar que hablo así porque siento que transmito más, disculpen lo pesado, y si bien ya he pedido perdón y lo puedo pedir mil veces más, mi intención sincera no es obtener perdón, porque creo en todo caso primero debo obtener mi propia calma, aunque sí espero tomen como genuino mi arrepentimiento aquellas personas que lejos del odio y el bastardeo sintieron tristeza y dolor, y sin embargo mantuvieron la seriedad y la tranquilidad, no para tirar piedras sino para seguir. A ellos y ellas, mi respeto. Comento al final que si creen que esto es una farsa, queda en ustedes, no busco convencer a nadie y hablo sólo para quien quiera oír”.
Los acusados por los disturbios son cinco jóvenes; dos pertenecen a la agrupación La Revancha, otros dos a Consciente Colectivo y un tercero es independiente. El accionar de todos ellos será juzgado por el Consejo de Convivencia, que en definitiva evaluará las sanciones correspondientes (ver recuadro). Respecto de su futuro, señaló: “Dejaré de militar, porque evidentemente con la cabeza como la tengo necesitaré algo de tiempo, y buscaré ayuda en un psicólogo, a quien por tanto tiempo me rehusé, y en las almas que me acompañan. Espero continúe de la mejor manera su lucha (con un poco de vergüenza, nuestra lucha) y me llena de alegría ver que nadie baja los brazos. Aunque no sea de su interés, espero yo mismo encontrar mi camino y ya veré cómo me va. Y espero, a su vez, que esta explicación alcance para dejar de hacer caldo y focalizar la lucha en su verdadero fin. Como ya les dije a los compañeros de la agrupación que con tanto esfuerzo construí, y que tanta pena me cuesta dejar, repito con fe: que una flor marchita no le quite el sol al valle. Hasta siempre. Uno del montón”