miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡Felíz Navidad!

Que el Señor provea los mejores ingredientes en la mesa familiar. Además del vino y del pan, que no frente la alegría, La Paz, la serenidad, el diálogo, la mirada limpia, la mente despejada, el encuentro, el perdón. Serán una dieta fundamental para 2015

miércoles, 17 de diciembre de 2014

¡Paz a los hombres, en esta Navidad!

“Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES”
En la Navidad escuchamos con gozo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por él!” (Lc. 2, 14). Renovamos la certeza de sabernos amados y visitados por Dios, y celebramos el anuncio de paz como un don que tiene su fuente en Dios y su camino en Jesucristo. La paz siempre es un desafío y una tarea para todo hombre y mujer de buena voluntad. Queremos compartir la alegría de este anuncio para construir juntos una Patria más fraterna. Navidad es, en la persona de Jesús, el comienzo de lo nuevo.

Sabemos que lo que compromete la paz tiene su raíz en el corazón del hombre herido por el pecado. Vemos sus consecuencias en los desequilibrios sociales y económicos que reclaman un orden mundial más justo; en el desprecio por la vida que es el derecho fundamental de la persona; en el delito del narcotráfico y la trata de personas; en los fanatismos que utilizan el nombre de Dios para justificar la muerte; en el odio que cierra el camino a la reconciliación; en la corrupción y la falta de ejemplaridad que empobrece el nivel moral de la sociedad; en una cultura individualista que debilita los vínculos personales y los lazos comunitarios; en un modo de pensar que privilegia el éxito del tener sobre la riqueza del ser y sus valores. Navidad es el sí de Dios al hombre para acompañarlo a crear un mundo más humano, justo y fraterno.

En Navidad Dios se hace cercano y asume nuestra condición humana haciéndonos sus hijos y renovando los vínculos familiares y sociales. Mirando el pesebre en esta Navidad, se nos invita a renovar el mandamiento del amor y a decir juntos la oración que nos ha acompañado durante estos años: Danos, Señor, la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Que María Santísima, nuestra Madre de Luján, nos acompañe en este camino de amor, de justicia y de paz, para alabanza de Dios y al servicio de nuestra Patria.
169º Reunión Comisión Permanente
de la Conferencia Episcopal Argentina

17 de diciembre de 2014

sábado, 13 de diciembre de 2014

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Una serie de textos configuran una suerte de correspondencia entre alguien que busca con angustia y ansiedad y otro que espera con paz. Mateo tiene una buena noticia para dar: quiere ofrecer una segunda oportunidad, una vida nueva. Ella no siente culpa, pero necesita que termine esta ronda para recuperar fuerzas para la siguiente. Sólo quiere poder descansar y que la ayuden. 

El primer correo es una convocatoria: «Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré descanso. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (11, 28-30)

El segundo define el perfil del candidato:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos , porque ellos posseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados sean cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. (5, 3-12)

El tercero presenta la manera de posturlarse:
Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se los digo: ellos han recibido ya su premio. Pero vos, cuando reces, entra en tu pieza, cerrá la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan. Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno. Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes. (San Mateo, 6, 5-15).

Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama. (7, 7).

Finalmente, ofrece una clave: "Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón " (6, 21)