lunes, 28 de noviembre de 2016

El arte como elevación humana

Albino Luciani en las memorias de Abel Posse

Lunes 28 Nov 2016 | 10:24 am
Buenos Aires (AICA): El jueves 1 de diciembre a las 19 en el auditorio del Cudes, (Vicente López 1950, Buenos Aires), será presentado el libro del escritor y diplomático Abel Posse: “Vivir Venecia”, que contiene unas coloridas memorias que recogen recuerdos de su paso como cónsul argentino en Venecia durante 1973-1979. En ellas el diplomático dedica uno de sus capítulos a rememorar su entrevista protocolar con el entonces patriarca Albino Luciani, futuro Papa Juan Pablo I 

“El arte es la posibilidad más alta de la condición humana y como tal puede constituir un camino hacia lo divino”, le expresó hace más de cuarenta años el cardenal Albino Luciani, futuro Juan Pablo I, al escritor y diplomático argentino Abel Posse. 

El consagrado autor cordobés acaba de publicar Vivir Venecia, un libro que contiene unas coloridas memorias que recogen recuerdos de su paso como cónsul de nuestro país en esa bellísima ciudad, durante el sexenio 1973-1979. En ellas el diplomático dedica uno de sus breves capítulos a rememorar su entrevista protocolar con el entonces patriarca Albino Luciani. 

Según el relato de Posse, el cardenal (creado como tal ese mismo año) recibió al nuevo cónsul de manera natural pero al mismo tiempo llamativamente sencilla, sin ningún atributo de su dignidad y vestido con una simple sotana de trabajo. Luciani recordó entonces en un gesto de amable reconocimiento la generosa acogida de la Argentina a la migración friulana y veneciana. En esa corriente se incluiría un pariente suyo, y por todo ello el prelado expresó también en ese gentil recuerdo un gran afecto al país. 

Ha corrido mucha agua bajo los típicos y pintorescos puentes de la ciudad, pero la inmigración sigue siendo un gran tema de la sociedad global como lo fue entonces, al cual es particularmente sensible el papa Francisco. Las impresiones de Posse sobre el futuro pontífice se mantienen aún frescas después de tantos años. Su tono era suave -apunta el cónsul-escritor en su relato- su voz cuidada, su mirada atenta y cálida. 

Según el recuerdo del diplomático, Luciani estaba en el momento de la reunión visiblemente preocupado por el proceso de secularización, entonces en pleno desarrollo en los países europeos de antigua tradición cristiana, cuyas costumbres, especialmente entre los jóvenes, cedían ante el avance de un nuevo paganismo. 

Habría que saber reconocer que lo sagrado huyó hace siglos de Venecia, le expresó en esa ocasión al cónsul argentino el patriarca véneto, para concluir que tal vez esas iglesias magníficas fueran una expresión de culpa más que de fe, y una oportunidad estética para tener a Carpaccio, Tiziano, Bellini, Tintoretto y los cálices mejor cincelados de toda Europa. ¿Acaso no está también Dios allí? -se preguntó el patriarca, para concluir filosóficamente: ¿No es el arte la posibilidad más alta y digna de nuestra pequeña condición humana? 

La presentación de Vivir Venecia organizada por el Instituto de Cultura del Centro Universitario de Estudios (Cudes), estará a cargo de Antonio Requeni y Santiago Kovadloff y se realizará el 1 de diciembre a las 19 en el auditorio de la institución, sito en Vicente López 1950, de la ciudad de Buenos Aires, con entrada libre y gratuita.+ 

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Proyectan nueva ley de cultos

Libertad religiosa: el Gobierno arma una ley con más derechos para los cultos (Clarín pg. 6 8.11.2016)

Cuenta con el apoyo de la Iglesia Católica. Permite ampararse en la libertad de conciencia para abortos y transfusiones. También modifica el Código Penal.

Por Sergio Rubín

En un gesto político que, de plasmarse con su aprobación legislativa, marcará un hito en el quehacer religioso del país, el Gobierno enviará al Congreso un denominado proyecto de ley de Libertad Religiosa que le garantizará a todos los cultos el ejercicio de una serie de derechos y beneficios largamente reclamados por organizaciones religiosas que no pertenecen a la Iglesia Católica y que, en muchos aspectos, las pondrán en un pie de igualdad con la católica; a la vez que les asegurará a los fieles de todos los cultos ampararse en la objeción de conciencia por sus convicciones religiosas para, por ejemplo, negarse a recibir una transfusión de sangre o -en el caso de los médicos- practicar un aborto.

La iniciativa legal, que -tras una ronda de consultas realizada por la secretaría de Culto- cuenta con el consenso de las principales asociaciones religiosas (más allá de reparos menores) y el beneplácito de la Iglesia Católica, reconoce a los fieles -entre otras cosas- el derecho a “no ser obligadas a prestar juramento o hacer promesa según fórmulas que violenten sus creencias; a recibir asistencia de los ministros de su propia confesión en lugares de internación, detención o cuarteles, y a conmemorar las festividades religiosas y a guardar los días y horarios que, según su religión, se dediquen al culto”. La objeción de conciencia alcanza al servicio militar y el “homenaje activo a símbolos patrios”.

En cuanto a los ministros de culto, estarán “exentos de la obligación de declarar sobre hechos que le hayan sido revelados en el ejercicio de su ministerio”. Y a los cultos se les reconocerá el derecho a tener instituciones educativas, hospitales, cementerios y medios de comunicación. Además, la inscripción en el Registro de Cultos (que pasará a llamarse Registro Nacional de Entidades Religiosos) dejará de ser obligatoria y los que no se anoten igual gozarán del derecho de asociación y de la libertad religiosa.

Pero los que sí lo hagan recibirán beneficios impositivos, sus templos serán inembargables y sus ministros podrán ingresar a cárceles y hospitales para brindar asistencia espiritual. La inscripción en el registro implica, de hecho, el reconocimiento de una personería jurídica religiosa, sin necesidad de ninguna otra inscripción o autorización. Este camino fue allanado con la modificación del Código Civil y Comercial, que incluyó a las confesiones religiosas en una lista de personas jurídicas privadas.

Actualmente, los cultos -salvo la Iglesia Católica- deben inscribirse como asociaciones civiles en la Inspección General de Justicia para responder a los requisitos legales.

Esto siempre fue muy objetado por los cultos. En tanto, la Iglesia Católica seguirá siendo una persona jurídica pública, sin necesidad de anotarse -como hasta ahora- en el registro.

El proyecto contempla también una serie de modificaciones al Código Penal para castigar a quienes impidan el libre ejercicio de la libertad religiosa, agredan por motivos religiosos o profanen tumbas, por lo que crea la figura de los “delitos contra la libertad religiosa y de conciencia”. Así, “será reprimido con prisión de dos a seis años quien por medio de violencia o intimidación: impidiere a un miembro de una confesión religiosa practicar actos de su culto o asistir a ellos; compeliere a otro a practicar actos de un culto o asistir a ellos; forzare a otro a seguir perteneciendo a la confesión religiosa que profesare”.

Y se agravan las penas por hurto de objetos sagrados o ataque a un edificio religioso.
Además, “será reprimido con prisión de seis meses a dos años quien simulando ser ministro de una confesión religiosa ejerciere actos considerados propios de ese ministerio; quien agrediere de hecho o de palabra a un ministro de una confesión religiosa en ocasión del ejercicio de actos propios de su ministerio, o por el hecho de serlo; quien profanase un lugar de culto de una confesión religiosa, objetos considerados sagrados por ella, o un sepulcro o sepultura”. También “será reprimido con prisión de quince días a tres meses quien impidiere materialmente, o turbare, una reunión lícita con insultos y amenazadas”.

En rigor, el proyecto se basa en otros proyectos que, desde la vuelta a la democracia, trataron de reemplazar a la Ley 21.745, de la dictadura militar, que creó el Registro de Cultos, considerada policíaca. En los ’90, una de esas iniciativas llegó a ser aprobada por
la Cámara Baja, pero por la demora del Senado en tratarla perdió estado parlamentario.
Ahora, el Gobierno considera que debe volver a ponerse a consideración de los legisladores -con las mejoras introducidas- porque su ausencia constituye una rémora y hay consenso suficiente sobre su contenido entre las diferentes confesiones religiosas.

LAS CLAVES

El proyecto de Libertad religiosa apunta a garantizar a todos los credos los mismos derechos y beneficios que venían reclamando.

Cuenta con el apoyo de la Iglesia Católica y reconoce a los fieles el derecho a no ser obligados a prestar juramento “según formulas que violenten sus creencias

Además, habilita a ampararse en la “objeción de conciencia” por convicciones religiosas. Los creyentes se podrán negar a hacerse una transfusión de sangre o realizar un aborto en el caso de los médicos.

Dejará de ser obligatoria la inscripción en el Registro de Cultos. Los que se anoten recibirán beneficios impositivos y sus templos serán inembargables

Se preven modificaciones en el Código Penal, para castigar con prisión de dos a seis años, a quienes impidan el libre ejercicio de la libertad religiosa, agredan por motivos religiosos o profanen tumbas.