domingo, 21 de mayo de 2017

Un artista ZENsacional


Gustavo Santaolalla es uno de los pioneros del rock nacional como miembro de Arco Iris, un conjunto hipón que cultivó una música que fusionaba el folclore latinoamericano y el pop. De profundas raíces espirituales hinduístas -la líder del grupo era una gurú-, eran ascetas y promovían la vida al natural.
Pero Santaolalla no llego a ser muy visible en aquella formación, sino que se destac más tarde. Marchó hacia Los Angeles, en donde se convirtió en productor, y años mas tarde regresó en ese rol a estas latitudes. Tal vez lo mas destacado que realizó en esa época fue la gira De Ushuaia a La Quiaca, con Leon Gieco.
Ahora el retorno, ya mayor, se debe a que desea presentar su propia faceta musical, en una nueva gira por el país.
Es en este contexto que La Nacion Revista lo entrevistó y le sacó un par de jugosas definiciones para nuestra zaga de #teologíarockera. Santaolalla confiesa que estaba totalmente destinado para ser cura, pero que el regalo de una guitarra por parte de su abuela lo desvió hacia la música. 
Debemos recordar que Piero llegó a ser seminarista, por mencionar otro caso. 
Lo que es raro es que la desviación terminó pocos años más tarde en el hinduismo y en corrientes New Age, lo que evidencia la enorme confusión que se vivía por esos años.

¿Creés en Dios? Alguna vez dijiste que las religiones dividen al hombre.
Creo que Dios está en todo, en cada partícula al mismo tiempo. Creo en el hombre, en los cambios de conciencia que se avecinan y que nos llevarán a una nueva realidad. Se vienen grandes cambios en nuestra sociedad. Confío, aunque muchos vaticinen algo diferente y a pesar de que todo lo vean con ojos negativos. Se viene un mundo más justo y armónico. Estamos en un momento de transición, ya lo dijeron los mayas. Tenemos que tener en claro que todo lo que hacemos afecta a los demás.
¿Siempre estuvo presente esta búsqueda espiritual?
De chico quería ser cura, después con Arco Iris la búsqueda fue diferente, comencé a recorrer un camino entre el budismo zen y las culturas milenarias americanas, porque todo está ligado de alguna manera.
El pensamiento del japonés Shrunryu Suzuki, introductor del budismo zen en América, y el del filósofo indio Jiddu Krishnamurti se convirtieron en dos autores claves en la vida de Santaolalla; lo ayudaron a domar el ego y a poner foco en la verdadera atención, ésa que exige "escuchar, haciendo a un lado las distracciones y actuar con la inocencia del que recién se inicia -destaca-. Y esa inocencia e ingenuidad es la que me lleva muchas veces a jugar con lo desconocido, como animarme a tocar instrumentos que no sabía tocar [en Babel tocó el oud, sólo por nombrar alguna de las experiencias]. Me gusta aventurarme en cosas que no he hecho antes."
¿Meditás?
Siempre encuentro el momento y el lugar para hacerlo. No ocupa lugar [bromea]. Me tomo el tiempo que necesito y me conecto conmigo mismo.+

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