viernes, 1 de febrero de 2019

Encendidos de amor sagrado


La cultura es la manera en que el hombre modifica su contorno para vivir mientras que la poesía es un arte que permite analizar la antropología de una comunidad. Por eso las letras del rock nacional son un magnífico filón para extraer y desmenuzar las concepciones que subyacen en el inconsciente colectivo de un amplio espectro de nuestra sociedad.
Este no es un estudio exhaustivo, pero es un efectivo relevamiento de autores y de períodos históricos  que nos puede permitir observar la manera en que se modificaron la figura de Dios en nuestra juventud, el concepto de felicidad, el rol del trabajo, la interacción entre el individuo y su comunidad, los ancianos, los hijos, la mujer, la familia, los amigos, la satisfacción personal.
Empecemos por la teología del rock. Esta es una cuestión que tuvo un importantísimo lugar en los tiempos fundacionales de la música progresiva vernácula, a fines de los 60's y principios de los 70's. Es un lugar común referirnos a La Biblia, el disco de Vox Dei (Voz de Dios, en latín) que procuró difundir el cristianismo poniendo música a los libros sagrados. 
Miguel Cantilo es más sutil en Pedro y Pablo (1970), pero no deja de tener referencias religiosas -por lo pronto en la denominación que eligieron para aquel dúo acústico que conformaron con Jorge Durietz- y en usar una terminología manifiestamente cristiana: el peregrinar, la renovación, la esperanza y la Fe, tan presente en el final de la Marcha de la Bronca.
Su canto rápidamente se sumergirá en el naturalismo, en el éxodo de la ciudad y en ese credo hippie entonado por sus "Apóstoles"; es más explícito cuando nos explica que "la montaña es el camino que comunica al hombre con su Dios" y nos invita: "sube por la ladera, peregrino, hasta la cumbre de tu elevación"
Cantilo nunca abandonó a su Dios, a donde quiera que fuera, "a donde quiera que estés, en mi silencio interior, yo siempre te encontraré" canta con ritmo New Wave ya en su regreso del exilio en los 80.
También Arco Iris, otra banda originaria integrada entre otros por Gustavo Santaolalla, es muy hipona y explícitamente zen. De raíz hinduísta -guiados por una gurú que formaba parte del conjunto como tal-, vivían el ascetismo y promovían la vida al natural.
Las meciones cristianas de Luis Alberto Spinetta remiten a una espiritualidad cultural, triste y vacía. En Poscrucifixión (Pescado Rabioso), por ejemplo, hace hablar en primera persona a Jesús con su madre (es un tema compuesto con Juan Carlos "Black" Amaya y Carlos Cutaia), en el que presenta la humanidad del Hijo de Dios: "¡Abrázame, Madre del dolor! Nunca estuve tan lejos de mi cuerpo; abrázame, que de la vida ya estoy repuesto (...) Nunca estuve tan solo en este mundo. Abrazame, que amanece y hay resignación. Y en esta quietud que ronda a mi muerte no tengo presagios de lo que vendrá".
En Cementerio Club, en cambio, no parece referirse al Dios todopoderoso sino a una persona con poder: "Justo que pensaba en vos, nena, caí muerto. ¿Quién le dio al pequeño dios el cetro gris del abismo? Sólo se que no soy yo, a quién duermes. Oye, dime nena, ¿dónde ves ahora algo en mí que no detestes? ¡Qué solo y triste voy a estar en este cementerio! Qué calor hará sin vos en verano".
Finalmente, son muchas las intepretaciones acerca de que el Anillo del Capitán Beto es una metáfora de la muerte. El colectivero se va literalmente al cielo, al espacio exterior; en algunas expresiones vertidas por él en declaraciones sería algo así como una especie de vacío, de permanencia en la música. La presencia cristiana sólo aparece en la "triste estampita de un santo" en la cabina.
Norberto "Pappo" Napolitano nunca le cantó a Dios, ni a la Virgen, ni nada. Sus temas eran muy pasatistas. Sin embargo, hacia el final de su vida, confiesa que "Le he pedido tanto a Dios y al final oyó mi voz". En Juntos a la Par, dos años antes, comparte una visión profética de lo que iría a ser el accidente fatal: "Por la noche a más tardar, yendo juntos a la par (con su hijo). Cartas de amor en el hall (¿de sus novias?) se secan con el sol. Lejos de la gran ciudad (murió en la ruta 5, a la latura de Jáuregui), ella (la moto) es mi felicidad . Nada como ir juntos a la par y caminos desandar. El honor no lo perdí es el héroe que hay en mí. Sé su nombre, sé su edad y sus gustos en la intimidad. Cuando un corazón se entrega y el mañana nunca llega (murió con las primeras luces de la madrugada), ¿qué más puedo hacer?"

Segunda generación
En esta segunda generación, Dios estaba muy presente. Cuando Piero describe a Un Hombre Común lo hace con profuso detalle. Entre tantas notas identitarias exclama que también tiene "¡un Dios común!", en su esforzada descripción de la más sencilla de las personas humanas; lo que Bernardo Neustadt bautizaría en los '90 como Doña Rosa.
Pocos conocen que el primer LP de Raúl Porchetto fue la ópera Cristo Rock, en 1972, que constituyó un fuerte cuestionamiento a la Iglesia, a su falta de sencillez y a su lejanía del mesías evangélico. Lo hace en primera persona como si fuera el propio Jesús quién los increpara: "Creen que morí, que perdí mi cuerpo; que me derretí en una cruz. Creen que no soy más que un templo repleto de todo menos de amor. Creo que nunca entendieron nada. Nunca quise perdurar así. Yo nunca morí".
Ese fue el primer tema de su primera producción; sin embargo, nunca abandonó el abordaje místico de la trascendencia. El contenido de sus letras suele convocar a su Señor ("Te pide luz mi mente; mi cuerpo va a estallar. Tu Espíritu, Señor, espero cada día. Algo de Paz"), aunque ciertamente cada vez más despojado de una religiosidad formal o exclusiva de un culto determinado, y concentrado en "la llama de tu amor".
En León Gieco se perciben referencias religiosas estrictamente culturales o que sirven a su poesía. Sólo le pido a Dios está muy lejos de ser el Sermón de la Montaña. Más aún, con el paso del tiempo -muchos años más tarde- compuso canciones como Santa Tejerina o Cinco Siglos Igual, que son canciones muy directamente enfrentadas con la prédica eclesiástica.
Es cierto que las letras del también llamado "Rock de acá" mayormente evidencian un grave problema de educación en valores cristianos; no tanto una carencia sino como una tergiversación del mensaje evangélico. De esta forma es más fácil descubrir la necesidad de trascendencia en artistas como Charly García; por la manera en que desafían a la divinidad, pero que no la niegan; básicamente, por la búsqueda.
Uno puede observar desde el principio, en Sui Generis, aquellos cuestionamientos a Dios, que "es empleado en un mostrador: dá para recibir" o aquel triste lamento que clama: "Dime quien me lo robó", en una clara referencia a Dios: "Mirábamos de pie, por la ventana al sol, al cielo, las nubes y a Dios. Sabía yo creer el cuento sin razón, al hada, la bruja y a Vos (...) y ahora miro atrás un poco, y hace tanto que pasó, y todo lo que yo amaba ya no es mío y se escapó; y ahora estoy tan confundido -miedo y humo alrededor-, ¿dónde está el sol?, ¿dónde está Dios? ¿Dime quién me lo robó? Y vuelvo a caminar y empiezo a recordar: mi casa, mi padre y Jesús. Y tengo que elegir, ya es tiempo de partir: mi vida, mi amor y mi Luz. No sé muy bien, qué voy a hacer: quiero a mi Fe, quiero creer". La referencia al robo tiene -una muy probablemente impensada- vinculación con la captura del Arca de Noé, que era para los judíos una una materializacion divina, por parte de los filisteos y que es relatada en el Libro de Samuel.
Más adelante, el propio Charly, se compenetra en la piel de Judas en 30 Denarios -tema del album Tango 4 que sacó con Pedro Aznar- en el que hace hablar al propio Rey David (Salmo 3) en la voz de Alfredo Alcon: "Señor, qué numerosos son mis adversarios, cuántos los que se levantan contra mí; cuántos los que de mí dicen: ¡Dios ya no quiere salvarlo! Yo me acuesto, y me duermo, y me despierto tranquilo porque el Señor me sostiene. No temo a la multitud innumerable apostada contra mí por todas partes. ¡Levántate, Señor! ¡Salvame, Dios mío! ¿Y ustedes, señores, hasta cuándo ultrajarán al que es mi Gloria, buscarán lo engañoso y amarán lo que es falso?" y al propio Jesús: "pero esta es vuestra hora y del poder de las tinieblas".
Ha poco de ser coronado Jorge Bergoglio, el juglar porteño se indignó ante lo que consideró era una tergiversación del sentido de una canción que compuso con el Luis "el Flaco" Spinetta, en 1985: “’Rezo por vos’ es una obra que nació desde la colaboración entre los dos máximos referentes del rock argentino. La misma fue enviada a su Santidad el Papa Francisco a través de monseñor Guillermo Karcher. El Sumo Pontífice en sus audiencias públicas o viajes oficiales pide que recemos por él, y ‘Rezo por vos’ es el himno a dicho pedido, con lo cual no corresponde ni desde la parodia, ni desde lo caricaturesco destrozar el espíritu de dicha canción”, escribió García en una carta en la que explicó a través de su abogada cómo la canción refleja la historia de Jesucristo, “su encarnación por obra del Espíritu Santo: ‘La indómita luz / se hizo carne en mí…’; su sacrificio en la cruz: ‘Hice el sacrificio / Abracé la cruz al amanecer…’, y su resurrección: ‘Morí sin morir (…) y curé mis heridas/ y me encendí de amor/ de amor sagrado/ y entonces rezo…’”.

Rock Profético y del otro
Como podemos ver, hubo una primera generación que tuvo manifestaciones religiosas explícitas (Vox Dei, Pedro y Pablo, Arco Iris) y el de segunda (Porchetto, Sui Generis, León Gieco), también. En la tercer generación, la que se hace sentir hacia fines de los 70 y primeros años de los 80, hay una banda que se destaca en este terreno: Pastoral.
Alejandro de Michelle fue un músico distinto a sus antecesores, tanto por su look (tal vez parecido al de Charly), como por su sofisticada música y por la elevación de su poesía, que empezaba a abordar una temática más bien psicologista.
En 1979 se separa de su íntimo amigo Miguel Angel Erausquin, y forma Merlín con el ex Crucis Gustavo Montesano. En el único disco que sacó, con definida onda New Wave, hay un tema -Tragaluz de Plata- en el que profetiza en 1980 su temprana desaparición en un accidente automovilístico que le cobró la vida el 30 de mayo de 1983; la muerte es un tema muy recurrente en sus letras. Empieza saludando "a los que vienen del cielo buscando aquí dentro el principio de la maldad. Desde hace siglos vigilan sin saber que estamos sabiendo que ahí están. Quisiera que además de pararse en el aire, trataran de hablar conmigo. No me alcanzan sus luces como boyas del tiempo, si muero antes de verlos bajar", y concluye: "Desde la cruz saben que aquí algo anda mal y no es saber que al tragar, al tropezar con el umbral de la razon ficticia que le permitió al hombre creerse el mismo centro, después de elogiarse con sus propios errores, perderá la llave de Dios".
Fito Paez tiene bien presente a su Rosario natal, de la que se fue pero no se alejó: "los domingos en el club, salvo que Cristo sigue allí en la Cruz; las columnas de la Catedral..."; a la misa la ve de afuera. Es una referencia cultural de su pago.
Al igual que Silvina Garré, qe recuerda como cantándole a una amiga que allí "éramos como Reinas del Pueblo Grande... y creíamos en Dios".
Para esa generación, la religión era una rémora del pasado.

El malo
Son pocas las referencias al diablo. No obstante, en 1979, de Michelle grabó con Ereusquin "Lucifer asomó", en el que lo hace decir que no tiene trabajo y que incluso hasta podría aprender de lo que encontró aquí y se termina escapando de la tierra: "yo mejor me voy de aquí".
Al año siguiente es Miguel Cantilo quien observa a la serpiente como una tentación que "gira en tu mente otra vez; tocan la puerta, quieren pasar, quieren entrar: una víbora ...".
Hasta acá es todo muy convencional, sin embargo las generaciones subsiguientes empiezan a tomar rumbos extraños.
Los Tipitos cantan una composición de un protagonista secundario de la segunda generación, Sergio Makaroff, cuyo título es elocuente: Master of the Universe, una deidad todopoderosa para el bien y para el mal; una suerte de disteísmo.
Makaroff por momentos se dice ateo en sus creaciones, pero en muchas letras también habla con Dios. Es muy confuso.
Hablando de confusiones, en una entrevista a Clarín en 2007, Adrián Dárgelos asegura que "la sospecha y el confundismo son fundamentales en Babasónicos (...) Nosotros somos los shaolines del confundismo, los maestros del delirio".
Si bien se toman todo en sorna, el propio nombre del grupo deriva de una conjunción entre Sai Baba y el rock sónico que interpretan. En sus letras hay mucho elemento escatológico. Tura Satana aparece en escena, con un acompasamiento musical tan frenético como espectacular, "montada en una lata de fuego (...) quema a todos, mata a todos (...) no entiende de súplicas, menos de llantos". Así y todo, luego de hacer su show de stripper arranca "mil hurras: ¡Viva Satana, Viva Satana! Echa humo y furia, qué velocidad, ¡es un relámpago! Lustra sus botas, releja su frente en la eternidad del mundo negro. Manos violentas, guantes cubren garras que pueden hundirte en un mar de cuervos. Un tendal de espíritus quedaron atrás".
A El Medium la describe como "voluptuosa pitonisa acercándose... No pertenecés a esta moral. Sos del más allá, de ningún lugar". De Sheena Baby dice que "su figura ofidia brilla con los truenos; baila en la discoteca, repta en los pantanos (...) conoce la forma de chuparte el alma. Acecha a su presa, que vilmente engaña, te invita a su casa y te envenena, y a tu cuerpo frío rápido lo incendia. A veces yo no sé su plan macabro ¡Qué guacha! la mujer serpiente hoy se acuesta en tu cama ¡Qué guacha! inmortal su alma en un rito umbanda. Hija de Satán y la Pacha Mama".
A Dios, del que es victima El Loco (del álbum Jéssico), lo describe muy terrenal, hedonista, "frágil, temperamental, díscolo y muy singular". Dice que "en vez de rezar por mí" tomó su apariencia para ir a bailar a la disco del lugar. "Quiso mi disfraz, vivir como un mortal" y a su mujer la internó en un prostíbulo que manejaba como si fuese un cafisho.
En este apartado podemos incluir también al Cuarteto de Nos. También son jocosos, musicalmente divertidos, iconoclastas y hasta sacrílegos. El odio a la Navidad, la oprobiosa obligación de ir a misa de chico y el espanto por ir al cielo, son una pequeñísima parte de su repertorio musical. En una canción se carga con atroces crímenes contra la humanidad: contra el Papa atentó porque Dios no lo escuchaba, y a su maestra la mató porque le hizo creer que la Biblia era verdad y que todo se arreglaba con rezar.
Es evidente que muchos de estos artistas que atacan a la Fe son producto de una muy deficiente educación religiosa.
Una excepción es el Indio Solari que, en Motor Psico (Oktubre, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota), asegura que "siempre tengo a mi lado a mi Dios (...) mi Dios no juega a los dados, quizás... esté a mi favor". El también habla de Luzbelito; de hecho, le dedica todo un disco en 1995.

Otras deidades
Las nuevas generaciones del rock nacional prácticamente no mencionan al Dios de los cristianos. Para Pity Alvarez, por ejemplo, el sol "es, sin duda mi dios", cantan los Intoxicados, parafaseando al Padrenuestro, en Esta Saliendo el Sol. Para Manuel Quieto, de la Mancha de Rolando, es "mi mujer, que es mi dios" (Donde Vamos). Para Gustavo Cordera también es una mujer, su "caramelito" también es su "dios, te veo me sonrojo y tiemblo". Los Cafres también aseguran que con su mujer "Bastará".
Es evidente que los nuevos representantes de la música pop vernácula no son ni ateos, ni creyentes: están obsesionados con la satisfacción personal inmediata. Eso les quita todo el tiempo para pensar en otras cosas.+)