domingo, 10 de junio de 2007

Teología rockera

Las letras del rock nacional tienen muchas veces algún contenido religioso.
Es notable observar cómo ha variado su concepto a lo largo de los años. Pareciera ser que, en su primera etapa, promediando los años setenta, había un concepto muy cristiano; en los ochenta derivó en una deificación de la naturaleza, muy new age, y en los noventa, en algo muy relativista y hasta panteísta.
Veamos algunos ejemplos. De la primera etapa: Vox Dei, con La Biblia; Porchetto, con su ópera Cristo Rock, principalmente.
Las excepciones: Charly García, que critica muy duramente a Dios. Dice de él que “es empleado en un mostrador: da para recibir” y, en otro momento, hace un recorrido etáreo hasta que llega un momento en que se pregunta “quién me lo robó”. Luis Alberto Spinetta, que hace que el Capitán Beto se pregunte "dónde está ese lugar al que todos llaman cielo".
Por su parte, Miguel Cantilo tiene muchas referencias a lo espiritual, con menciones explícitas a Dios y referencias terminológicas y conceptuales de carácter religioso, como el peregrinar.
En un segundo momento, hay un viraje hacia una idea inmanentista de que Dios está en la naturaleza, y aparecen los ángeles; las letras mencionan poéticamente a Dios, como si se tratara de algo mágico, y no de una persona viva y presente en nuestras vidas como sí lo hacían en los 70. Las referencias religiosas fueron más poéticas. Siempre hay excepciones: Alejandro De Michelle, con Pastoral, continuó en un rumbo signado por la Buena Nueva.
En la actualidad, el ejemplo más destacado de panteísmo es la canción “Master of the Universe”, de Los Tipitos. Allí Sergio Makaroff, su compositor, dice que Dios es todo y es la nada, que es “el más piadoso y el más perverso/ porque soy El Amo Del Universo/ puedo hacer el bien y hacer el mal/ puedo convertirte en estatua de sal/ soy moro, cristiano, judío converso/ ateo, budista, El Rey Del Universo”.

León Gieco
Veamos, artista por artista, si esto que decíamos antes se plasma en la realidad.
Si uno transita por la discografía de Gieco, descubre que nunca tuvo un riguroso concepto religioso en sus canciones, por más que abunde en términos ligados a la vida religiosa. Parece sumido en un pensamiento cultural, sobre el que no hace una reflexión crítica fuera de algunas ironías.
Este artista empieza con muchas referencias a la naturaleza, al punto de situar al Paraíso en “El País de la Libertad”, allí “donde se detiene el viento/ donde haya paz o no exista el tiempo/ donde el sol seca las lágrimas / de las nubes en las mañanas”.
En otra canción agrega: “cuando me muera quiero/ alguna amplia sonrisa/ y un esparcir sutil de mis cenizas/ libres por fin al viento”. Tiene ideas de reencarnación: “cuando me muera quiero/ poder nacer en alguien/ en un pastizal o bajo algún cerezo/ decídase el eterno caminante”.
Luego, se da en él un fuerte tinte social y de lucha entre clases. Es muy claro en “La Navidad de Luis”. Tiene el tono de protesta del folklore que le fue contemporáneo.
Su más renombrado tema, “Sólo le pido a Dios”, está lejísimos de ser el Sermón de la Montaña.
En los últimos años, sus letras se poblaron de desafíos a la institución eclesiástica, muy presentes en “Santa Tejerina” y en “Cinco Siglos Igual”.

Charly García
Este burgués de clase media empieza reconociendo su educación católica y su posterior rebeldía. Esto es patente en las letras de Sui Generis.
Charly tiene una intensa búsqueda espiritual a lo largo de toda su discografía, con claras expresiones al respecto. Tal vez la más explícita es “Buscando un símbolo de paz”.
En El fantasma de Canterville todavía tiene un concepto de eternidad, porque si no para qué diría que “en mi tumba tengo discos/ y cosas que no me hacen mal/ después de muerto nena/ tu me vendrás a visitar”.
Pero suele banalizar lo sagrado y ridiculizarlo, como en “Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)”, en “Pubis Angelical” o en la reivindicación de Judas que hace en “30 Denarios”, muy a tono con Jesucristo Superstar.
En Charly hay referencias al new age, pero menos que en otros autores. De la misma forma, hay menos términos inocentes. Sus letras, por más que sean sacrílegas, parecen meditadas y medidas.+

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