El Cantante

No pocas veces podemos ver a ciertas celebridades denunciar el rol que les toca desempenar en público. Suelen acusar al personaje que encarnan por ejecutar roles que no reconocen como propios.
En Borges y yo, el gran escritor de Buenos Aires afirma que "al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas". Nuestra más famosa gloria literaria, luego de señalar al renombrado académico y escritor que es ese otro yo, confiesa que "me reconozco menos en sus libros que en muchos otros".
En su canción homónima, Andrés Calamaro también se esmera por desmitificarse a sí mismo. Asegura que "cuando el show se acaba, soy otro humano cualquiera (...) con momentos malos y con cosas buenas". Pero que se siente obligado a forzar un papel porque "vinieron a divertirse y pagaron en la puerta; no hay tiempo para tristezas, vamos cantante comienza".
El artista demodé que ameniza bailes protagonizado por Gerard Depardieu en la película del mismo nombre, que dirige Xavier Giannoli, es otra cosa. Tampoco es el rancio gringo ochentoso de Hugh Grandt en Letra y Música. Alain Moreau, el fatídico cantante francés en bajada, no niega el personaje que es. Al contrario.
Esta película es un himno a la vida de un artista que, más allá del éxito o fracaso de mercado, quiere hacer amar. Quiere agradar. El Cantante es una oda al deleite de los apareos de solos y solas, que pueden observarse desde un escenario; un poema a la alegría de vivir.
Moreau es un hombre que vive y ama intensamente, y que no se entrega al canto de las sirenas.+

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