sábado, 9 de junio de 2007

El objetivo papal de la visita al Brasil

El Santo Padre apuntó a Brasil de cara al Celam. A Benedicto XVI no hay más que seguirlo y leerlo, como sugirió el padre Guillermo Marco hace unos pocos días en La Nación, para darse cuenta lo que pretende.

En su visita, el Sumo Pontífice nombró a la patrona de América, Nuestra Señora de Guadalupe, una sola vez mientras que son numerosas las veces que recordó a la patrona del Brasil, Nuestra Señora de la Concepción Aparecida. Gran parte de sus alocuciones se realizaron en portugués. Concretamente, nunca nombró a otro episcopado en particular que no sea el lusitano, excepto las dos veces en las que se refirió al "latinoamericano y del Caribe" y, concretamente, se dirigió a los obispos brasileros, antes de hacerlo con el resto de los participantes del Celam; y se los hizo saber.

Las amables referencias a sus colegas brasileros no hicieron otra cosa que endulzar tajantes definiciones en materia de pueblos originarios, ideologías y políticas materialistas y contrarias al matrimonio, la familia y la vida. Atacó a los narcotraficantes y bregó para que los jóvenes defiendan el medio ambiente, con expresa mención al Amazonas, y criticó a los gobiernos autoritarios.

Obviamente, no pudo menos que ratificar la opción preferencial por los pobres como mandato pastoral de la Iglesia en este continente. Pero limitó la acción de los obispos a la búsqueda de soluciones nuevas y llenas del espíritu cristiano, que tengan como centro a la dignidad humana, y los llamó a formar a los laicos para que se ocupen de la política. Pidió que los laicos estén presentes en la formación de consensos y en la oposición a la injusticia. Recomendó la lectura de los compendios del Catecismo y de la Doctrina Social de la Iglesia, recientemente editados.

Durante la conferencia de prensa concedida en el vuelo transocéanico de ida, la TV brasilera lo consultó acerca de las prioridades internacionales, a lo que el Papa respondió con una distinción entre aquellos problemas que son dominantes -Oriente Medio, Tierra Santa e Irak, y los sufrimientos de Africa- de los de Latinoamérica: "No es que me preocupen menos los problemas de América latina", asegura; "es el más grande continente católico y por lo tanto también la más grande responsabilidad para un Papa". Aseguró que desea que sea "un continente de vida y realmente de esperanza". Es bueno detenerse en aquello de "realmente".

En este contexto es bueno recordar que unas semanas antes de viajar a San Pablo, el Vaticano amonestó al teólogo jesuita Jon Sobrino, que practica la docencia en Centroamérica.

Con estos antecedentes, uno podría asegurar que la visita papal tuvo como única finalidad la demarcación del terreno de la discusión teológica en la región.-

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