miércoles, 26 de enero de 2011

El Sermón de la Montaña

PUNTA DEL ESTE.- No soy de andar buscando novedades bibliográficas, discográficas ni cinematográficas. No me gusta perder el tiempo probando la calidad de un libro o de una película ni de un libro. Me gusta cultivarme con los clásicos, que no necesariamente son anacrónicos.
Hace cosa de un año y medio fui con mi familia al Newman a escuchar a uno de los sobrevivientes de la tragedia aérea de los rugbiers uruguayos en los Andes, allá por 1972.
Me encontré con lo que era la presentación de un libro, en donde la estrella principal era el autor quien, si bien era muy próximo al grupo que se embarcó en el fatídico avión, no estuvo allí. Me fui con la sensación de haber concurrido a un importante evento social, anque comercial. Decidí no comprar ni leer ''La Sociedad de los Andes'' (Pablo Vierci, 2008, Sudamericana, 366 pgs.).
Este verano, luego de escuchar numerosos y fundados elogios, aproveché el ejemplar que le regalaron a una de mis hijas y abordé su fenomenal lectura, casualmente en estas playas que supieron dar sociego a muchos de esos muchachos en el verano de 1973.
Me arrepentí de haber prejuzgado negativamente a Vierci, porque la composición de la obra es maravillosa. Intercala un capítulo del espectacular relato con el testimonio de cada uno de los 16 sobrevivientes, sin caer en golpes bajos ni en lugares comunes, sino todo lo contrario.
Evidentemente, Vierci era mucho más que un amiguito que sabía escribir mejor que el resto. Tiene unos cuantos laureles en este terreno, como dice la pestaña interior del libro que nunca había llegado ni a hojear.
Esta compaginación de relatos y senaciones elevan el alma, porque todos los allí referidos hacen un aporte a la esperanza, a la superación personal y a la fe. Es un texto emocionante y movilizador, pleno en términos religiosos y filosóficos.
Leerlo es escuchar a esos testigos de una situación límite y controvertida, que viven su protagonismo de una manera superlativamente humilde y servicial.
Un homenaje al noble pueblo uruguayo, paradójicamente desde una perspectiva trascendente y no desde la habitualmente laical.
Como canta Miguel Cantilo: ''sabes que la montaña es el camino que comunica al hombre con su Dios; sube por la ladera, peregrino, hasta la cumbre de tu elevación''.+

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