Actualizar la Fe

Con el recuerdo del 50° aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, Su Santidad Benedicto XVI dejó inaugurado el Año de la Fe. En materia de contenido, también dio inicio al Sínodo de Obispos que ya hemos comentado en otras ocasiones.

Por estos días hubo numerosas publicaciones que hicieron referencia al cincuentenario conciliar que impactara tanto en la vida eclesial. Lo más interesante fue la serie de notas firmadas por Agustín de Beitia en el diario La Prensa y los cables de zenit.org.
En su edición de hoy, por ejemplo, La Prensa se refiere a la ceremonia que se realizó en la UCA con la presencia del predicador oficial del Vaticano, el padre Raniero Cantalamessa, en la que analiza lo sucedido a la luz del Espíritu Santo que, "no hace cosas nuevas, pero hace nuevas todas las cosas". Consideró que "la insuficiente atención al Espíritu Santo explica las dificultades que se han creado en la recepción del Concilio" y que atribuye a la "lucha entre dos hermenéuticas: una de la discontinuidad, de la ruptura, que goza de la simpatía de los medios de comunicación y de una parte de la teología moderna; y otra, de la reforma".
El profesor de Historia de la Iglesia y del Cristianismo de la Universidad Europea de Roma, el italiano Roberto de Mattei, afirma que Juan XXIII "no buscaba una revolución". De Mattei asegura que el Vaticano II, a diferencia del de Trento y del Vaticano I, no fue dogmático sino pastoral y exhortativo. Aunque ninguno sufrió tantas tensiones y conflictos entre grupos contrapuestos como el referido.
"El desencuentro advino entre dos minorías que, en el año 1963, el teólogo de Lovaina Gerard Philips describía como dos tendencias contrapuestas de la filosofía y la teología del siglo XX: una más preocupada por ser fiel a los enunciados tradicionales; otra más atenta a la difusión del mensaje contemporáneo".
 "La asunción del lenguaje mediático propio del mundo obligó a someterse a sus reglas (...) Una vez aceptado el primado de la pastoral sobre la afirmación clara y neta de la Verdad se llegó a la asunción de los criterios mediáticos como verdaderas y propias categorías eclesiales". De esa manera, entiende el profesor, se llegó a constituir un magisterio paralelo.
"El árbol será reconocido por sus frutos -dice de Mattei-, como dice nuestro mismo Señor en el Evangelio. Hoy los monasterios son abandonados, las vocaciones religiosas se desploman, la frecuencia a la misay a los sacramentos ha caído en picada; las librerías, las casas editoras, los periódicos y las universidades católicas defienden errores a manos llena; el catecismo ortodoxo ya no se enseña más; los párrocos e incluso los obispos se rebelan contra el Santo Padre; los fieles católicos de todo el mundo están sumidos en una confusión religiosa y moral y el mismo Benedicto XVI, durante la homilía de Pentecostés, ha hablado de la Babel en que vivimos".
El Vaticano II -siempre según las notas de La Prensa- contó con más de 2500 obispos y cardenales llegados desde 116 países. Por primera vez fueron invitados observadores de otras iglesias y también intelectuales laicos (...) El Magisterio, al final, quedaría recogido en 16 documentos. Entre ellos hay cuatro constituciones, tres declaraciones y nueve decretos", y concluyó el 8 de diciembre de 1965
Otro de los protagonistas del reciente debate fue el arzobispo emérito italiano Agostino Marchetto, canonista, historiador, con 30 años de carrera diplomática, que en 2005 publicó un primer libro sobre el tema."El Concilio realizó un aggiornamiento, una renovación, una reforma en la continuidad, no una revolución, una ruptura" El título de un segundo volumen lleva un sugestivo nombre: "Para su correcta hermenéutica".+

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