Grandes conversiones de la literatura
La segunda entrega de notas que Jorge Martínez publicó en el suplemento Cultural del diario La Prensa la dedica a un escritor y filósofo italiano, Giovanni Papini (1881-1956); un poeta francés, Paul Claudel (1868-1955), y un filósofo francés, de religión judía, Henri Bergson (1859-1941), quién nunca se convirtió pero que fue el vehículo de conversión de muchos de los referidos.
Según Martínez, Papini y Claudel -ambos educados en la fe católica- tuvieron procesos más bien repentinos de conversión.
El italiano tuvo una inquietud parecida a la de Chesterton: veía singularmente traicionado y olvidado a Cristo. El, que había llegado a sostener un "ateísmo integral y perfecto" luego de vivir "una sazón de fiebre y orgullo", escribió una Hsitoria de Cristo (1921) a modo de expiación "después de tanta caída, tanto delirio y tanto pavonearse". "Le ha acontecido con frecuencia a Jesús -refiere ahí- que quiénes primero lo odiaban son los que con mayor ahínco lo aman".
Uno de los factores determinantes fue "el espectáculo de tantas ruinas y tantos dolores" que fue la Primer Guerra Mundial y que lo llevó a leer a Tolsoi y a Dostoievsky, quiénes lo condujeron de regreso al Evangelio. Ahí pudo ver al Cristianismo como remedió para tantos males y llegó a la conclusión de que Cristo, "Maestro de una moral tan contraria a la naturaleza de los hombres, no podía ser únicamente Hombre, sino Dios".
La "influencia secreta, pero infalible, de la Gracia" lo condujo a la soledad del campo. En su casa de Bulciano, sobre los Apeninos, entre agosto de 1919 y noviembre de 1920, escribió su más célebre obra.
También escribió La escala de Jacob, Los testigos de la Pasión, La piedra infernal, Cielo y Tierra, Cartas del Papá Celestino VI a los hombres, entre otras, hasta llegar a la última y más controvertida de sus obras, El Diablo (1953).
Claudel fue el más destacado de los artistas e intelectuales franceses conversos. También lo fueron Huysmans, Bloy, Jammes, Bourget, Maritain, Peguy, Psichari, Riviere y Du Bois, por citar a algunos.
Claudel "había olvidado completamente la religión" hasta que en la Navidad de 1886 acudió a las celebraciones de Notre Dame con un mero interés estético y en busca de un "excitante adecuado" para ejercer su literatura. "Bruscamente mi corazón fue alcanzado, y creí", relató. Luego atendió a la lectura de la Biblia, pero se resistía a formalizar su conversión. A los tres años decidió confesarse, de donde se retiró "ofendido y humillado". Al año siguiente, reincidió y recibió su segunda comunión en la Navidad de 1890.
La conversión de Bergson nunca llegó a producirse. "No podrá negarse que el pensamiento de Bergson sirvió de ayuda, por manera indirecta, para el retorno de la fe de aquellas almas a las que no podía atraer en los peores momentos el tajante racionalismo del tomismo", dijo Papini en Los amantes de Sofía (1918). Si bien el filósofo judeo francés estuvo a punto de dar ese paso, en su testamento (1937) explicó que "mis reflexiones me han ido atrayendo paulatinamente hacia el catolicismo, en el que veo la relización plena del judaísmo. Me hubiera convertido de no prever la formidable ola de antisemitismo que iba a estallar en el mundo. Quise permanecer entre quiénes mañana iban a ser perseguidos".+
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