lunes, 16 de noviembre de 2015

Orar y no desfallecer (Lc 18,1)

Nada hay más responsable que orar. Cuanto más vivo en oración humilde, más me impulsa a amar y expresarlo con mi vida. No muchas palabras sino unas
oracion
Nada hay más responsable que orar.
Cuanto más vivo en oración humilde,
más me impulsa a amar y expresarlo con mi vida.
No muchas palabras sino unas pocas, breves y límpidas.
Estar en tu presencia, en un apacible silencio, ya es orar.
A veces, un simple suspiro puede ser oración.
El silencio parece nada. Sin embargo,
en él el Espíritu Santo puede
colmarme de la alegría de Dios.
Me callo y mi corazón habla,
en mi honda oración se lo digo todo,
hasta lo indecible
Aunque mi palabra es pobre y torpe.
El lenguaje importa poco,
Aunque sólo tuviera una palabra
Sé que es la llave de tu Corazón, Señor.
Pronunciar tu solo Nombre, Jesús,
Colma los vacíos de mi ser.
La oración me da fuerza serena,
me despierta,
En ella se generan las energías
Indispensables de la compasión.
¿A quién vine a buscar sino a Ti,
Cristo Señor?
Basado en textos del Hermano Roger de Taizé

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