Eminencia
El título de la última novela de Morris West está dedicado a la vida del cardenal Eduardo Pironio, quien el lunes cumple veinte años de su fallecimiento, y que pudo haber sido el primer Papa argentino.
Mañana, a las 11, se celebrará una misa en la Basícila y santuario Nuestra Señora de Luján, en donde se ordenara obispo el 5 de diciembre de 1943. Mons. Santiago Olivera presidirá la ceremonia, leerá un mensaje enviado por el presidente de la Conferencia Episcopal -Oscar Ojea, quien se encuentra en Roma con la MESA ejecutiva para la visita con el Santo Padre- y proclamará el inicio del Año de Memoria Agradecida por la Vida del Cardenal Pironio, una iniciativa impulsada por la Acción Católica, difundida a través de AICA, por el Club Gente de Prensa, y que culminará con un encuentro eucarístico del departamento de laicos.
Una magnífica nota de Pablo S. Otero en el diario La Prensa de hoy recuerda muchos detalles de la vida de este Siervo de Dios. Para que calibrar su dimensión, refiere a que Benedicto XVI le inició el proceso para su beatificación el 23 de junio de 2006; que se habría convertido en el confesor de Paulo VI a poco de llegar al Vaticano, cuando hubo de emigrar debido a las amenazas del gobierno militar argentino y que luego de un doloroso cáncer óseo encontró la muerte en la Santa Sede el 7 de febrero de 1998, por lo que obtuvo de Juan Pablo II un magnífico epitafio: "Fue un testigo de Fe valiente que sabe confiar en Dios".
Fue el vigésimosegundo hijo de una familia de la ciudad bonaerense de 9 de julio, en donde nació en 1920. Siendo cura, fue perito de la segunda sesión del Concilio Vaticano II, secretario general de la controvertida asamblea episcopal latinoamericana de Medellin (1986), participó de la reunión correctiva del Celam en Puebla (1979) y de la de Santo Domingo.
Luego del fallecimiento de Juan Pablo I fue lo que se dice un papabile; es decir, un cardenal con posibilidades de llegar a Papa en el consistorio. Este es el núcleo de Eminencia, la novela del antiguo religioso católico y eximio escritor australiano, cuya lectura es altamente recomendable tanto por lo ameno del relato como por la verosimilitud de la hipótesis contrafáctica de un papado que se habría anticipado un cuarto de siglo al del revolucionario Francisco.+
Mañana, a las 11, se celebrará una misa en la Basícila y santuario Nuestra Señora de Luján, en donde se ordenara obispo el 5 de diciembre de 1943. Mons. Santiago Olivera presidirá la ceremonia, leerá un mensaje enviado por el presidente de la Conferencia Episcopal -Oscar Ojea, quien se encuentra en Roma con la MESA ejecutiva para la visita con el Santo Padre- y proclamará el inicio del Año de Memoria Agradecida por la Vida del Cardenal Pironio, una iniciativa impulsada por la Acción Católica, difundida a través de AICA, por el Club Gente de Prensa, y que culminará con un encuentro eucarístico del departamento de laicos.
Una magnífica nota de Pablo S. Otero en el diario La Prensa de hoy recuerda muchos detalles de la vida de este Siervo de Dios. Para que calibrar su dimensión, refiere a que Benedicto XVI le inició el proceso para su beatificación el 23 de junio de 2006; que se habría convertido en el confesor de Paulo VI a poco de llegar al Vaticano, cuando hubo de emigrar debido a las amenazas del gobierno militar argentino y que luego de un doloroso cáncer óseo encontró la muerte en la Santa Sede el 7 de febrero de 1998, por lo que obtuvo de Juan Pablo II un magnífico epitafio: "Fue un testigo de Fe valiente que sabe confiar en Dios".
Fue el vigésimosegundo hijo de una familia de la ciudad bonaerense de 9 de julio, en donde nació en 1920. Siendo cura, fue perito de la segunda sesión del Concilio Vaticano II, secretario general de la controvertida asamblea episcopal latinoamericana de Medellin (1986), participó de la reunión correctiva del Celam en Puebla (1979) y de la de Santo Domingo.
Luego del fallecimiento de Juan Pablo I fue lo que se dice un papabile; es decir, un cardenal con posibilidades de llegar a Papa en el consistorio. Este es el núcleo de Eminencia, la novela del antiguo religioso católico y eximio escritor australiano, cuya lectura es altamente recomendable tanto por lo ameno del relato como por la verosimilitud de la hipótesis contrafáctica de un papado que se habría anticipado un cuarto de siglo al del revolucionario Francisco.+
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