Un gran desafío
Lucas 10, 10-16
10. El ángel les dijo: «No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo:
11. les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor;
12. y esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
13. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
14. «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
15. Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»
16. Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
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Este cuadro de Rembrandt refleja el deslumbramiento de los padres y los pastores con el Niño Jesús.
La impresión que produce la nueva Vida y la alegría que genera es difícil de describir.
Pero ciertamente uno, que ahora es más grande pero todavía no es abuelo, puede asegurar que esos padres no sabían lo que ese chico les iba a deparar. "Y una espada te atravesará el corazón", le profetiza el viejo Simeón en la puerta del templo en ocasión de la presentación del Niño (Lc 2, 35).
Es que nadie puede conocer el camino que debe transitar su hijo, ni participar de su punto de vista de la Verdad, ni comprender el sentido de la Vida que cada uno tiene.
Mientras tanto, sufrimos queriendo lo que creemos que es mejor para ellos.
Lo que habrán vivido José y María, si para nosotros nuestros hijos nos presentan un desafío.
Pidamos a José que nos guíe en la paternidad y a María, que enternezca nuestro corazón para aceptar lo que El quiere para ellos.+
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