sábado, 6 de abril de 2019

¡Cristo vive!


Primeras reflexiones sobre la exhortación apostólica post sinodal

Por Jorge Nicolás Lafferriere

Como fruto del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, el 25 de marzo de 2019 el Papa Francisco firmó la exhortación apostólica “Christus Vivit” (Cristo Vive) dedicada al tema de los jóvenes en la Iglesia y el mundo.

“Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!”. Así comienza este largo documento de 299 parágrafos, dividido en 9 capítulos:

1 - ¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes?

2 - Jesucristo siempre joven

3 - Ustedes son el ahora de Dios

4 - El gran anuncio para todos los jóvenes

5 - Caminos de juventud

6 - Jóvenes con raíces

7 - La pastoral de los jóvenes

8 - La vocación

9 - El discernimiento

Luego de una rápida primera lectura, comparto algunas reflexiones iniciales sobre el documento, que habrá que seguir profundizando con lecturas más de fondo y dialogadas comunitariamente.

· En el centro del mensaje del documento se encuentra el anuncio de Cristo Vivo, que es la verdadera fuente de la juventud. El capítulo 2 ofrece en tal sentido una meditación sobre la juventud de Cristo, como plenitud de vida que se entrega al Padre. Y el capítulo 4 también ofrece el anuncio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, como el gran don para la vida de los jóvenes.

· El documento procura insertarse en la centralidad que el Papa Francisco quiere dar al llamado a la santidad. Pueden verse fuertes conexiones, sobre todo en el énfasis en la vocación y el discernimiento.

· La vocación es muy lúcidamente presentada tanto en relación a la vida familiar o consagrada, como con relación al trabajo. En definitiva, el Papa propone a los jóvenes “ser para los demás: “Este “ser para los demás” en la vida de cada joven, normalmente está relacionado con dos cuestiones básicas: la formación de una nueva familia y el trabajo. Las diversas encuestas que se han hecho a los jóvenes confirman una y otra vez que estos son los dos grandes temas que los preocupan e ilusionan. Ambos deben ser objeto de un especial discernimiento” (CV 258).

· Vuelve a aparecer una idea muy cara al Papa Francisco: la importancia de que los jóvenes no pierdan sus raíces y que tengan contactos vivos con los ancianos. Los interpela sobre la vulnerabilidad que significa ser personas sin raíces: “si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que él les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que él les dice? Esa persona los necesita vacíos, desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se sometan a sus planes. Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen (o de-construyen) todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido” (CV 181).

· Otra idea que se reitera del Magisterio del Papa es la importancia de concebir el servicio laical como servicio en el orden de edificar el bien común y la amistad social, y la denuncia de una tentación de encerrar al joven laico en una misión intraeclesial: “Es verdad que a veces, frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, los jóvenes pueden correr el riesgo de encerrarse en pequeños grupos, y así privarse de los desafíos de la vida en sociedad, de un mundo amplio, desafiante y necesitado. Sienten que viven el amor fraterno, pero quizás su grupo se convirtió en una mera prolongación de su yo. Esto se agrava si la vocación del laico se concibe sólo como un servicio al interno de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.), olvidando que la vocación laical es ante todo la caridad en la familia, la caridad social y la caridad política: es un compromiso concreto desde la fe para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad para evangelizar sus diversas instancias, para hacer crecer la paz, la convivencia, la justicia, los derechos humanos, la misericordia, y así extender el Reino de Dios en el mundo” (CV 168).

Seguramente iremos profundizando distintos aspectos de la exhortación apostólica en otras notas. Aquí van primeras reflexiones sobre algunos temas, con la confianza en el Espíritu Santo que guía la Iglesia y que acompaña a los jóvenes para que puedan dar lo mejor de sí en este tiempo tan apasionante.

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