¿Un futuro negro?
Black Mirror es una serie futurista, que proyecta los usos que pueden tener algunas tenologías existentes y ya diseñadas pero aún no masificadas.
Al menos, eso fue en sus primeros capítulos. Para los que no estamos empapados de cuestiones tecnológicas es altamente recomendable porque ficciona en la mayor de los casos de manera atrapante algunas funcionalidades de la virtualidad, la nanotecnología o la biotecnología, entre tantas otras tendencias.
La dramatización pareciera que por momentos nos quiere asustar con el futuro. Pero es natural en el proceso ficcional. No hay trama atrapante sin alternativas o amenazas. Pero también transmite su potencialidad.
Pero lo que más me llamó la atención es que, en la última temporada, es como si hubiera pegado un giro más al presente. Las dramáticas situaciones que presentan son la de la aceptación de los términos y condiciones a ciegas con aplicaciones como una de Streaming que podría ser la propia Netflix; el impacto real de la mediatización en las personas y, el más raro de todos, la presencia del demonio en el mundo, entre la gente; no me refiero a algo tangencial. El episodio se llama Demon 79.
Obviamente, este es el capítulo que me lleva a escribir estas líneas. Porque, en primer término, me llamó mucho la atención que en el paquete mismo de divulgación de alguna manera científica haya una nota religiosa; segundo, que el guión esté documentado y no resulte excesivamente fantasioso, pero principalmente por el final.
Como no es mi objetivo que vean la miniserie, sino en compartir una lectura al respecto, aviso al lector que lo espoilearé, así que pueden dejar de leerme ahora.
Los dos protagonistas son una chica de origen indio que se siente discriminada y el mismísimo Lucifer, que es negro. Lo pintan cambiante y hasta principiante, pero al final consigue lo que busca y se lleva a la chica, a la que poseyó desde el principio; es decir que logra su perdición mediante una aceptación voluntaria por parte de ella.
Puedo pensar que Black Mirror quiere advertir que Satanás es tan real como la nanotecnología y la virtualidad, y que puede ser tanto o más peligroso que la tecnología.
#ElijoCreer.+
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